35227 Spanish Discurso ante la Junta de Gobernadores de Barber B. Conable anguage Services; sion Library President¯e Grupo del Banco Mundial Washington, D.C. 25 de septiembre de 1990 SDt C 4 Discurso ante la Junta de Gobernadores de Barber B. Conable Presidente Grupo del Banco Mundial Banco mundial Washington, D.C. Bienvenidos a estas Reuniones Anuales de 1990. Ante todo, mi cordial bienvenida a Bulgaria, Namibia y la República Federal Checa y Eslovaca, que acaban de convertirse en los miembros más recientes de nuestras instituciones, o están a punto de hacerlo. De- seo asimismo dar la bienvenida a nuestros distinguidos invitados de todo el mundo. En su discurso inaugural, el Presidente John F. Kennedy hizo una llamada a sus compatriotas "a sobrellevar la carga de una larga lucha indefinida . . . una lucha contra los enemigos comunes del hombre: la tiranía, la pobreza, la enfermedad y la guerra misma". El Banco Mundial se creó hace 45 años con la misión de ayudar a las naciones a recuperarse de los azotes de la guerra y la pobre- za. El mantenimiento de la paz y el fomento del progreso econó- mico siguen constituyendo todavía los retos más arduos que enfrentamos. Nos reunimos en momentos en que se proyecta sobre nosotros la sombra ominosa de la crisis del Golfo. Nos reunimos al tiempo que las naciones de Europa Oriental se esfuerzan por transformar- se en sociedades pluralistas con orientación de mercado. Nos re- unimos cuando todavía hay 1.000 millones de seres humanos como nosotros que siguen viviendo en condiciones abyectas de pobreza. ¿Cómo juzgará la historia nuestra reacción a estos retos? ¿Cómo contribuiremos a la propagación de la libertad y las oportunidades económicas? Al término de la guerra fría, debemos asir esta opor- tunidad histórica a fin de garantizar que haya progreso económico y social para todos. La crisis de la región del Golfo La rivalidad entre las superpotencias ha desaparecido, pero la cri- sis de la región del Golfo constituye una amenaza evidente para la paz mundial. A menos que se resuelva con celeridad, esta crisis tendrá repercusiones graves en los pobres del mundo y en los 3 países en desarrollo, y la carga se hará sentir con especial dureza en los países con menor capacidad para atender pagos externos más cuantiosos. Egipto, Jordania y Turquía experimentan ya una grave conmoción económica, y otros países enfrentan también trastornos importan- tes. Estamos colaborando con los países afectados, con el sistema de las Naciones Unidas y con otras entidades a fin de determinar las repercusiones y las necesidades. Uno de los efectos más angustiosos de la crisis es el éxodo de cien- tos de miles de trabajadores de Iraq y Kuwait que se ven obligados a retornar a sus países de origen. La repatriación y el reasenta- miento de estos trabajadores crea un problema económico y social de gran envergadura para los gobiernos de los países en cuestión. La pérdida de remesas de divisas y la disminución de exportacio- nes de bienes y servicios, además de, por supuesto, el alza de los precios del petróleo, han impuesto ya una carga a estas economías que luchan por avanzar. Son todos problemas apremiantes que exigen una reacción pronta. Nadie puede predecir cuán profundos y duraderos vayan a ser los efectos de esta crisis, pero si se adoptan ahora medidas enérgicas nos anticiparemos a problemas de mayor importancia que puedan surgir más adelante. Se precisa la pronta adopción de medidas por parte de los gobiernos de los países afectados y de la comunidad internacional. El Banco Mundial ya está tomando medidas. Tenemos la flexibi- lidad necesaria para reaccionar con rapidez en crisis semejantes. Hemos iniciado un programa de ayuda de emergencia para con- tribuir al reasentamiento de los trabajadores que retornan a sus países y a su reincorporación al quehacer económico. Aunque el Banco no es un organismo de socorro, podemos ayudar financian- do gastos para fines de rehabilitación y otros servicios que generan empleo e ingresos de inmediato, al tiempo que se crean activos productivos. El talento, la destreza y el espíritu empresarial que 4 llevaron a estos trabajadores a los países del Golfo en primer lugar deben conservarse y aprovecharse para el futuro. Vamos también a acelerar el desembolso de préstamos y créditos vigentes, a intensificar la participación en los costos y a adelantar las operaciones crediticias. Además, y aún más importante, ayu- daremos a nuestros prestatarios en la formulación de políticas que constituyan respuestas apropiadas a la crisis. Estamos manteniendo conversaciones con muchos de ustedes a fin de determinar qué más puede el Banco hacer. Naturalmente, esta- mos prontos a colaborar en la coordinación de la ayuda inmediata de la comunidad internacional y a movilizar recursos adicionales destinados a determinados países, conforme a lo que se necesite. Veo con agrado que la respuesta de muchos donantes bilaterales ha sido rápida. Es necesario encauzar ahora eficazmente este apoyo. Si la crisis persiste, se requerirá una intensificación de los esfuer- zos bilaterales y multilaterales para movilizar recursos adicionales en condiciones concesionarias y así apoyar los ajustes que habrán de realizarse en los países afectados. Una opción es recaudar fon- dos, separados de los de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), en un esfuerzo por ayudar a una gama más amplia de países afectados. También podrían explorarse otras opciones. Coordina- remos nuestras actividades muy de cerca con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras entidades. Un mundo en constante cambio Antes de que estallara la crisis del Golfo, la atención internacional estaba centrada en los acontecimientos verdaderamente extraordi- narios que venían produciéndose en particular en Europa Oriental y la Unión Soviética. Esos acontecimientos han hecho que haya- mos recorrido un largo trecho hacia la solución de enfrentamien- tos ideológicos. Los países de Europa Oriental seguirán necesitando vigoroso respaldo financiero y técnico en sus esfuerzos por establecer economías competitivas y con orientación de 5 mercado. Será preciso tomar decisiones difíciles, y la tolerancia política de la población se verá puesta a prueba a fondo antes de que las mejoras económicas se hagan realidad. Reformas comparables parecen también iniciarse, con ciertas difi- cultades, en la Unión Soviética. Equipos de funcionarios del Banco Mundial, el FMI, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Europeo de Reconstrucción y De- sarrollo (BERD) se encuentran en Moscú para estudiar los proble- mas y las necesidades. La presencia bienvenida en este foro de invitados de la Unión Soviética es un símbolo de la buena dispo- sición mutua para explorar las importantísimas cuestiones de la reforma. Esta nueva atmósfera de colaboración es el resultado de un con- senso amplio y creciente en cuanto a que el progreso económico exige pluralismo económico, que a su vez engendra pluralismo po- lítico. A todo lo largo y lo ancho del mundo, los pueblos buscan libertad: libertad para participar en las decisiones que determinan su destino, libertad para vivir una vida mejor. Muchas sociedades se esfuerzan por lograr el equilibrio entre la empresa pública y la privada, al tiempo que descentralizan las fun- ciones de gobierno y amplían la participación en la adopción de decisiones públicas. Como muy bien dijo Voltaire: "Una vez que las naciones empiezan a pensar, es imposible detenerlas." Este mo- vimiento, estas ideas, estas nuevas estructuras económicas y polí- ticas, en conjunción, transformarán nuestro mundo. La relajación de las tensiones este-oeste contribuirá a fortalecer la economía mundial, a medida que este mundo anteriormente divi- dido se integra en un todo más cooperativo. Pero, a menos que logremos reducir el número de los pobres, el fantasma de una po- breza mundial endémica se cernirá amenazador sobre todos noso- tros. En el transcurso de los años de esta década de 1990, el éxito en la reducción de la pobreza deberá ser la verdadera medida del progreso económico mundial. 6 Objetivo: reducir la pobreza La reducción de la pobreza es posible. Respaldados por la ayuda internacional, los países en desarrollo han logrado avances nota- bles en la lucha contra la pobreza. En los veinte años posteriores a 1965, el consumo per cápita anual de estos países se elevó de US$590 a US$985 en términos reales, la esperanza de vida aumen- tó de 51 a 62 años, y la tasa neta de matrícula en la educación primaria se amplió de 73% a 84%. Estas cifras no son meras es- tadísticas. Son manifestaciones de logros reales que han mejorado la calidad de vida de los pueblos; logros a los que el Banco Mun- dial ha contribuido en medida considerable a lo largo de muchos años y de los que todos podemos estar orgullosos. Un desarrollo en esta escala y con tal celeridad no tiene precedentes. A pesar de estos notables adelantos, la pobreza ha demostrado ser un enemigo terco. Por ejemplo, tres de las naciones más populosas de la Tierra -India, China e Indonesia- han logrado grandes avances en cuanto a reducción de la pobreza. Aún así, más de 1.000 millones de personas, la mitad de ellas en Asia Meridional, viven todavía con menos de un dólar diario. Durante los diez años próximos, la población del mundo en desarrollo aumentará pro- bablemente en por lo menos 850 millones de personas, y muchas de ellas nacerán en la pobreza absoluta. Algunas regiones han ido hacia atrás en lo económico. En América Latina, los niveles de vida han descendido por debajo de los preva- lecientes en los años setenta. Partes de Africa al Sur del Sahara han experimentado un verdadero colapso de niveles de vida, institucio- nes e infraestructura. Dado el rápido aumento de la población de Africa, el número de personas pobres seguirá incrementándose, aunque el crecimiento económico se acelere. Para esta región, la re- ducción de la pobreza constituye la empresa más ardua. Una estrategia para el desarrollo y la aminoración de la pobreza Paliar la pobreza: tema en el que se integra la multifacética labor del Banco y razón de ser de nuestras iniciativas en materia de 7 pero la demanda de mano de obra va en aumento en ambos países. Es el espíritu empresarial de los individuos lo que impulsa el cre- cimiento económico. En consecuencia, un sector privado pujante es de importancia crucial. La mayor parte de las oportunidades de obtención de ingresos para los pobres se crean en el sector priva- do, muchas de ellas en el dinámico sector informal de las ciudades y en el sector agrícola de uso intensivo de mano de obra. La función del Banco Mundial en la reducción de la pobreza El Banco Mundial realiza fuertes inversiones en los sectores de agricultura, infraestructura y energía, todos los cuales generan em- pleos y contribuyen a la utilización eficiente de mano de obra. En los proyectos actuales hacemos también hincapié en la tecnología, los incentivos y las instituciones que promueven el crecimiento y el uso productivo del trabajo. Hoy día, las actividades del Banco reflejan la importancia que asignamos a proporcionar a las personas la oportunidad de mejo- rar sus vidas. Con la mejora de la educación, la salud y la nutri- ción se abordan directamente las causas básicas y las peores consecuencias de la pobreza. La educación -en particular la de las mujeres- hace que mejore el nivel de salud, que disminuya la tasa de fecundidad y que aumente la productividad de la fuerza laboral. Por la misma razón, las mejores condiciones de salud y nutrición hacen aumentar la productividad de las personas y su capacidad para aprender. La planificación familiar es importante para aminorar la pobreza. El rápido crecimiento de la población impone cargas adicionales a unos sistemas educativos y servicios de salud ya sobrecargados e imprime al mercado laboral un sesgo adverso a los pobres. Las elevadas tasas de mortalidad relacionadas con la maternidad re- fuerzan la necesidad de la planificación familiar. Es algo escanda- loso que cada año medio millón de mujeres -el 99% de ellas en 10 el mundo en desarrollo- mueran al dar a luz. Como escribió George Bernard Shaw, "la pobreza es el mayor de los males y el peor de los crímenes". El Banco Mundial está aumentando rápidamente el financiamien- to para los sectores sociales, es decir, para educación primaria -sector en el que hemos triplicado nuestros préstamos y crédi- tos-, atención básica de la salud, planificación familiar y nutri- ción. Con nuestro interés especial en la función de la mujer en el proceso de desarrollo procuramos ampliar sus oportunidades eco- nómicas, aliviando al mismo tiempo la carga que las mujeres so- portan en lo que respecta a obtener comida, agua y servicios de salud para sus familias. Hemos intensificado nuestro respaldo a la producción eficiente de alimentos y a los programas de nutrición orientados a beneficiarios específicos, en sustitución de las costo- sas subvenciones alimentarias generales. Ayudamos a los países en la formulación de mejores sistemas de prestación de servicios so- ciales y públicos, y alentamos la participación de las comunidades, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado en esa tarea. Juntos, podemos reducir la pobreza. Consideraciones ambientales Cualquiera que sea la estrategia de reducción de la pobreza, sólo será sostenible si es respetuosa con el entorno natural. Una econo- mía saludable no puede sobrevivir en un ambiente insalubre, como podemos observar en regiones tan dispares como el Sahel y el al- tiplano andino. Las personas y las naciones pobres son las que más sufren debido a la degradación del medio ambiente. Las medidas para mejorar la calidad del aire que respiran, el suelo que labran y el agua que beben pueden hacer que mejore en grado considerable la calidad de sus vidas. Recuerdo haberme dirigido a una mujer en un barrio mísero de Bombay y haberle preguntado qué era lo que más necesitaba. 11 "Mis hijos y yo -respondió-- tenemos que esperar turno durante dos horas para conseguir un agua que no se puede beber. ¿Qué cree usted que necesito más?" A medida que el Banco Mundial sigue en su misión de mitigar la pobreza, no flaqueará nuestro compromiso respecto de un desa- rrollo que sea sostenible desde la perspectiva ambiental. Propicia- remos los modelos de uso de energía, desarrollo agrícola, industrialización y asentamientos humanos que sean apropiados desde el punto de vista ecológico. Como ya saben ustedes, he pro- metido aumentar en medida significativa los desembolsos para silvicultura. Contribuiremos también a la lucha contra la deserti- ficación, la salinización y la contaminación urbana. Los países industriales son los que más han contribuido a la des- trucción del medio ambiente y, por esa razón, a ellos incumbe una responsabilidad especial en lo que respecta a mejorarlo. Algunos problemas ambientales -por ejemplo, la preocupación por la capa de ozono- trascienden las fronteras nacionales. Res- paldaremos iniciativas de financiamiento de ámbito mundial, como el Protocolo de Montreal, a fin de abordar tales problemas. Me siento complacido por el satisfactorio resultado de la reunión celebrada el sábado pasado sobre el Fondo para la Protección del Medio Ambiente. Hubo expresiones de apoyo a la propuesta de que el Banco, en asociación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ayude a los países en desarrollo a abordar los aspectos mundiales de estos problemas en sus programas ambientales. Hubo consenso amplio respecto del carácter adicional y concesionario que habría de tener esa asisten- cia y la mayoría de los donantes indicaron estar dispuestos a efec- tuar aportes a ese servicio financiero. 12 Aplicación de la estrategia de reducción de la pobreza La puesta en práctica de esta estrategia de reducción de la pobreza podría hacer que el número de habitantes pobres de los países en desarrollo disminuyera en por lo menos 300 millones -es decir, en aproximadamente un tercio- llegado el año 2000. Las tasas de mortalidad en la niñez podrían bajar con la mejora de los servicios de salud y la educación primaria podría llegar a ser casi universal. Este progreso es alcanzable a pesar de poblaciones en rápido cre- cimiento y del aumento previsto del número de personas pobres en unos 100 millones en Africa al Sur del Sahara. El Banco Mun- dial está decidido a presionar a favor de la recuperación de este continente. Se requieren medidas especiales y sostenidas por parte de toda la comunidad internacional. Me complace el apoyo otor- gado a la segunda fase del Programa Especial de Asistencia para Africa. Tanto en Africa como en otras regiones, los gobiernos deben con- traer el compromiso de abocarse a la reducción de la pobreza. Los escasos recursos -financieros, naturales y humanos- deben usar- se con mayor eficacia. Los pueblos piden mejores opciones y más control sobre su propio destino. El desarrollo tiene más probabi- lidades de tener éxito allí donde el gobierno es honrado, compe- tente, sensible a las necesidades y justo; allí donde unas instituciones que han de rendir cuentas funcionan de acuerdo con reglas objetivas, y allí donde los trámites burocráticos se reducen al mínimo. El éxito en la aplicación de la estrategia depende también en gran medida de las condiciones económicas externas, que a su vez vie- nen determinadas en grado considerable por la actuación de los países industriales. 13 Es de importancia fundamental que las negociaciones de la Ronda Uruguay produzcan resultados satisfactorios. La descomposición del sistema multilateral de comercio en bloques regionales, o la adhesión persistente a políticas restrictivas, limita el crecimiento económico mundial. El futuro de cientos de millones de personas pobres de todo el mundo depende de la celebración de ese acuer- do. Desde aquí insto a los participantes en el Acuerdo General so- bre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) a que resuelvan sus diferencias en aras del bien común. Los países industriales, además de eliminar las restricciones al co- mercio, deben proporcionar recursos financieros suficientes e in- versiones apropiadas para respaldar la estrategia. De no ser así, la reducción de la pobreza seguirá siendo un sueño ambicioso. La inversión privada directa es un poderoso motor del crecimien- to. Los países en desarrollo deben mejorar el ambiente para las inversiones en sus territorios a fin de atraer capital privado, ya sea extranjero o nacional, o capitales fugados. El Grupo del Banco Mundial, con inclusión de la Corporación Fi- nanciera Internacional (CFI) y el Organismo Multilateral de Ga- rantía de Inversiones (OMGI), se ha comprometido a mejorar las oportunidades para la inversión privada en todas partes. La pron- ta aprobación del aumento del capital de la CFI ampliará su ca- pacidad para fortalecer más el sector privado de los países prestatarios. A pesar de los acuerdos logrados recientemente en materia de re- ducción de la deuda, ésta sigue constituyendo un obstáculo para el crecimiento de muchos países en desarrollo. Hemos de seguir explorando a fin de encontrar formas de aligerar la carga de la deuda, tanto privada como oficial. Acojo complacido la propuesta hecha la semana pasada por el Reino Unido -en lo que ha venido a conocerse como las "condiciones de Trinidad"-, así como otras propuestas recientes de los Gobiernos de los Países Bajos y Fran- cia. Son iniciativas importantes que, cuando se traduzcan en un 14 conjunto de medidas convenidas, ayudarán a aliviar la carga de la deuda oficial de los países más pobres. Se necesitan también corrientes mayores de asistencia oficial, si es que la meta es lograr que los países en desarrollo tengan éxito en la aplicación de estrategias de reducción de la pobreza. Las co- rrientes de ayuda oficial han disminuido en cuanto porcentaje del producto interno bruto de los países industriales, justo cuando la necesidad ha sido más grande. Esto es inaceptable. La crisis del Golfo ha diluido la esperanza de obtener un "divi- dendo de la paz", pero no debería ser así. Por dar un ejemplo, si los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) redujeran sus gastos militares en sólo un 10%, podrían aumentar al doble el volumen de su ayuda para fines de desarrollo. Además, los países en desarrollo gastan cada año alrededor de US$200.000 millones en armamentos; muchos gastan más en ar- mas que en los sectores de salud y educación combinados. Los re- cursos financieros deben reorientarse hacia prioridades más altas. Medidas colectivas en el plano internacional para luchar contra la pobreza Al iniciarse la década de 1990, el Banco Mundial se encuentra dotado de una sólida base de capital, con una AIF cuyos recursos han sido repuestos, un personal altamente calificado y motivado, y casi medio siglo de experiencia sin igual. Por lo que a nosotros respecta, haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que ésta sea una década de crecimiento económico y reducción de la pobreza. El desarrollo es un proceso lento, un tapiz que se teje constante- mente. El éxito en la aminoración de la pobreza requerirá pacien- cia, así como la adopción decidida de medidas colectivas. El espíritu de cooperación con que la comunidad internacional ha re- accionado a la crisis del Golfo debería servir de inspiración cuan- do abordemos otras causas comunes, en especial la pobreza. 15 Permítanme que sugiera cuatro maneras en que podemos colabo- rar para aminorar la pobreza. Primero, los gobiernos de los países en desarrollo deberían adop- tar políticas de crecimiento sostenibles y fijar prioridades en materia de gastos con fines de reducción de la pobreza. Deben po- ner en orden sus escasos recursos y hacer un uso eficiente de ellos. El Banco Mundial colaborará con las naciones interesadas en la formulación y aplicación de programas específicos para poner en vigor la estrategia. También deben ayudar otros en esa labor. Segundo, debemos ponernos de acuerdo en cuanto a las maneras de medir mejor los efectos de las políticas nacionales en los po- bres. No bastan las buenas intenciones; nuestros esfuerzos habrán de incorporar normas objetivas para mejorar la calidad de vida. Indicadores tales como la mortalidad en la niñez, la matrícula en la educación primaria, la nutrición, los salarios reales de la mano de obra no calificada y los precios reales recibidos por los produc- tores agrícolas podrían usarse para medir el avance hacia la reduc- ción de la pobreza. Tercero, los buenos resultados deberían ser un aspecto cada vez más importante en las decisiones en materia de asignación de la asistencia para el desarrollo. En los casos en que los países recep- tores no sigan una estrategia amplia de aminoración de la pobre- za, la asistencia debería limitarse y orientarse cuidadosamente a los grupos más necesitados. Cuando los países adopten estrategias eficaces, las corrientes de recursos deberían incrementarse a fin de respaldar su aplicación. La AIF, al asignar sus escasos fondos en condiciones concesionarias, ya otorga considerable peso a los es- fuerzos de los países en pro de la reducción de la pobreza. Cuarto, toda la comunidad internacional debería comprometerse a la adopción de estrategias de desarrollo cuya meta sea una con- siderable aminoración de la pobreza. La publicación Desarrollo Humano: Informe 1990 del PNUD, el Informe sobre el Desarrollo Mundial 1990 del Banco y la extraordinaria Cumbre Mundial en 16 Favor de la Infancia que tiene lugar este próximo fin de semana en Nueva York son pruebas recientes de que la comunidad inter- nacional tiene preocupaciones, orientaciones y estrategias comu- nes. Debemos recurrir al cúmulo mundial de aptitudes y experiencia para que este interés común se traduzca en acción. Conclusión "No podemos consentir que haya comunidades con una mitad es- table y la otra mitad inestable", escribió John Gardner en su obra No Easy Victories (No hay victorias fáciles). "La amargura, la ira y la desintegración social no pueden aislarse de forma hermética. Inevitablemente afectarán a toda la comunidad y a todo el mundo. Esta no será una sociedad aceptable para ninguno de nosotros en tanto no lo sea para todos nosotros." Alzar la carga de la pobreza de los hombros de cientos de millones de personas significa hacerlas de nuevo libres: libres del hambre, libres de la ignorancia, libres de enfermedades evitables, libres para decidir su propio destino, libres para participar en el creci- miento y el progreso; en pocas palabras, libres para disfrutar de un futuro más prometedor que el pasado. Juntos, podemos reducir la pobreza, y estoy convencido de que lo haremos. 17 侈〞 州 l 戶l 斗二 / jr 悶z▽_ 亡夕三二 二一絮驀:要話杷豐_:乏華呈二「: ·〕/〕〕〕〕〕〕〕〕〕〕〕〕〔!〕〕〕〔〕〕〕 二'弋留斗編·''勺叩一全訕二' 華一“日“蘿一二一呂- 昌