Promoción del sector privado en los países en desarrollo El enfoque multilateral Discurso de A. W. Clausen Presidente del Banco Mundial y de la Corporación Financiera Internacional Pronunciado ante el Instituto de Directores Londres, Inglaterra 26 de febrero de 1985 Division Library CAT. Copyr # Banco Mundial Washington, D.C., EE.UU. Señor Presidente, distinguidos huéspedes, señoras y señores: Considero un gran privilegio el que se me haya invitado a pronunciar un discurso ante esta convención del Instituto de Directores. La relación de la comunidad empresarial británica con los países en desarrollo y en especial, pero de ningún modo exclusivamente, con los del Commonwealth, ha sido tan perdurable y amplia como la de cualquier otro país industrial, y continúa floreciendo. La inversión privada directa de capitales británicos en los países en desarrollo aumentó de £300 millones en 1979 a un promedio de más de £800 millones en los cuatro años siguientes. Esa es una contribución importante de las fuentes privadas de financiamien- to al desarrollo del Tercer Mundo. El Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (CFI) se consideran socios del sector privado en el desarrollo económi- co del Tercer Mundo. Estamos determinados a fortalecer esa asociación. Así, pues, esta tarde me referiré a la foi,ma en que planeamos hace,o y a cómo pueden ustedes ayudarnos. Resulta extraño, pero es cierto, que entre las principales cues- tiones relativas al desarrollo, el papel del sector privado en el desarrollo es, probablemente, la que menos se ha analizado. Durante los últimos dos o tres decenios, el ímpetu de los esfuerzos de desarrollo se ha orientado hacia actividades del sector público. En su diálogo con los gobiernos, los organismos de ayuda, tanto multilaterales como bilaterales, se han interesado menos en promover el crecimiento del sector privado que en contribuir al desarrollo de un sector público eficaz. En mi opinión, 3 se ha puesto el acento donde no corresponde; los organismos de ayuda deben adoptar una postura más equilibrada. Del mismo modo, en los foros internacionales donde se han debatido durante largo tiempo las relaciones Norte-Sur, las discu- siones sobre el sector privado han tendido a desenvolverse con fuertes visos ideológicos y a circunscribirse al comportamiento de las empresas multinacionales y los inversionistas extranjeros. Tam- bién en este caso se ha puesto el acento donde no corresponde. La inversión extranjera es de importancia decisiva para los países en desarrollo y debe ser estimulada, no desalentada, por aquellos cuyos intereses puede sin duda favorecer esa inversión. Es necesario acrecentar el reconocimiento de la existencia y significación de un sector privado nacional en los países en desarrollo. Su función en el desarrollo no se ha explorado bien y la comprensión de su dinámica es todavía demasiado escasa. Es insuficiente el conocimiento que se tiene de lo que el sector privado puede o no puede hacer y de la forma en que se han de orientar sus energías hacia un mejoramiento general del bienes- tar de la gente. Además, como dije, ello resulta extraño, porque el sector privado genera casi tres cuartas partes del producto interno bruto de los países en desarrollo. Tan sólo en razón de su tamaño, parecería suficientemente apremiante la necesidad de destacar y desarrollar el sector privado. La gestión del desarrollo es una tarea decisiva y compleja. Asegurar un crecimiento económico sostenido requiere el pleno aprovechamiento por los países en desarrollo de todos los recur- sos disponibles. En este empeño, las relaciones entre el gobierno y la empresa privada nunca han sido fáciles. Inquieta a los gobiernos que las políticas de inversiones del sector privado puedan distorsionar los objetivos nacionales de desarrollo eco- nómico. Dudan de que la contribución de la inversión privada extranjera compense sus costos económicos y sociales. Por su parte, el sector privado estima que las políticas gubernamentales distorsionan el mercado y ponen en peligro los incentivos para la actividad empresarial. 4 Los gobiernos de muchos países en desarrollo se exigen dema- siado a sí mismos, especialmente cuando intervienen en la gestión directa de la industria. Además, los procedimientos oficiales, que inevitablemente logran introducirse en la gestión de las empresas gubernamentales, no son a menudo los indica- dos para administrar actividades productivas. La consiguiente carga sobre los presupuestos y la demanda de crédito han sido importantes causas de las dificultades económicas en muchos países en desarrollo. Dado que los recursos internos y externos se hallan actualmente tan restringidos, son más críticos que nunca los esfuerzos por lograr la eficiencia y la movilización de recursos internos. Por eso existe una necesidad tan urgente de acrecentar y liberar las energías del sector privado. Esto sólo puede hacerse reduciendo, si no eliminando finalmen- te, la crónica falta de confianza mutua entre los gobiernos de los países en desarrollo y el sector empresarial. Ambos deben tra- bajar para establecer la confianza mutua, porque la participación del sector privado en el proceso de desarrollo no es una opción, sino algo fundamental. Hay suficientes pruebas para demostrar que el crecimiento eco- nómico más rápido del mundo en desarrollo se ha alcanzado en los países donde los gobiernos han reconocido que la empresa privada tiene una función crítica que cumplir. Se ha logrado, por ejemplo, cuando los gobiernos han reconocido que la empresa privada puede contribuir a una industrialización eficaz mediante la movilización del ahorro privado, aprovechando la actividad empresarial, difundiendo el poder económico, ampliando las opciones de los consumidores y estimulando la competencia. Se ha logrado cuando los gobiernos han reconocido que para apro- vechar las aptitudes individuales y colectivas de las personas, tanto en sectores urbanos como rurales, debe haber medios para que esas personas se puedan ayudar a sí mismas. Naturalmente el sector público tiene también una función funda- mental que cumplir. Debe establecer el ambiente y la infraes- tructura que permitan el auge del esfuerzo propio. Pero la experiencia del desarrollo señala claramente la necesidad de un equilibrio pragmático, de un ambiente en el que los individuos estén motivados a crear y producir y en el que se garanticen los incentivos. Puesto que he laborado en el campo de la empresa privada por más de 30 años, no tengo duda alguna de la validez de esta afirmación. Tampoco la tengo en cuanto a que la inversión privada extranjera puede ser un motor tremendamente poderoso para el desarrollo económico y social del mundo. Sin embargo, no he venido aquí a presentar argumentos en contra de la propiedad pública. El gobierno tiene la obligación de proteger los intereses de sus ciudadanos y en cierto grado esto exige el control gubernamental directo de sectores vitales. El gobierno, empero, no debe asfixiar la libertad de empresa, sino estimularla vigorosamente. Ello significa que, en ciertas circunstancias, los gobiernos deben considerar el camino de la desnacionalización. Pocos países, ya sea industriales o en desarrollo, han tomado este camino hasta la fecha, y por lo tanto es limitada la experiencia que se pueda aprovechar. Sin embargo, varios países en desarrollo pueden quizás aprender algo de las exitosas iniciativas de privatización del Gobierno británico en los sectores del petróleo, los automó- viles, las telecomunicaciones y la vivienda. Puesto que los puntos de vista de Sir John Hoskyns sobre dichas materias son bien conocidos, me siento seguro de que me hallo entre amigos al hacer esta sugerencia. No obstante, la conversión al sector privado es un camino que debe recorrerse con cautela en los países en desarrollo. No es sorprendente que haya poca disposición o capacidad en el sector privado a hacerse cargo de empresas públicas en bancarrota que necesitan considerable rehabilitación. Generalmente, como re- sultado del exceso de reglamentación de los mercados financie- ros, no hay un mercado de capitales organizado que facilite la fijación de un precio justo, Esto no significa que las actuales 6 entidades del sector público deban mantenerse a toda costa. El fortalecimiento del sector privado debe permitir, entre otros beneficios, que la desnacionalización sea más viable. El Banco Mundial y la CFI pueden ayudar a fortalecer el sector privado en las naciones en desarrollo. Esto lo haremos no como un fin en sí mismo, sino porque es una forma vital de aliviar la pobreza y asegurar el crecimiento económico. Vemos para no- sotros una función importantísima en la ayuda a los gobiernos para la creación de un ambiente en el que la empresa privada pueda florecer. El papel de gobierno es igualmente claro: debe adoptar y prac- ticar, en lo económico, normas coherentes que establezcan un marco en el que la empresa privada pueda funcionar eficazmente y de forma que pueda responder a las necesidades de la socie- dad. Cuando digo eficaz, lo digo en el sentido de generar un alto rendimiento para el país y los inversionistas. Yo atribuiría a dicho marco las siguientes características, sin que esta lista sea exhaustiva: • El adecuado suministro de infraestructura física como caminos, puertos, energía eléctrica, etc.; • La reducción al mínimo de las distorsiones y rigidez del merca- do de modo que los precios del capital, la mano de obra, las divisas y los productos reflejen su relativa escasez; • Acceso asegurado a los insumos y mercados; • Apoyo a la investigación y la diseminación de sus resultados; • Ingreso relativamente irrestricto a una industria específica; • Otorgamiento de considerable autonomía a los empresarios en cuanto a sus inversiones y decisiones empresariales; 7 • Respeto de las obligaciones contractuales; • Protección por ley de los derechos de propiedad, incluida la propiedad intelectual; • Aplicación consecuente y uniforme de políticas gubernamenta- les que aseguren un tratamiento justo y equitativo a los secto- res y empresas, incluida la no discriminación entre empresas extranjeras y nacionales, y el derecho de los inversionistas privados a remitir su capital y sus utilidades; • Observancia de acuerdos que garanticen un arbitraje indepen- diente de las diferencias sobre inversiones y el suministro de seguros contra riesgos políticos. Ustedes pueden muy bien preguntarse si verdaderamente existe este Estado ideal; me temo que no sea así. Sin embargo, estas características representan metas válidas para las estrategias nacionales de desarrollo y no son menos válidas individualmente por el hecho de ser difíciles de lograr en su totalidad. ¿Cómo pueden el Banco Mundial y la CF ayudar? Pueden hacerlo en dos niveles. El Banco Mundial puede propor- cionar asesoría y cierta medida de financiamiento en apoyo de los esfuerzos de un gobierno por crear condiciones que conduz- can a una actividad productiva del sector privado. De hecho, en el estatuto del Banco figura como el segundo de sus objetivos la promoción de la inversión privada extranjera a través de los diversos mecanismos a su disposición. La CFI, también mediante su asesoría y cierto grado de financiamiento, puede ayudar al empresario del sector privado a dar buen uso a su capacidad creativa y empuje en circunstancias en que, sin el apoyo de la CFI, ello no ocurriría. Por lo tanto, el papel que pueden cumplir las dos instituciones es fundamentalmente catalizador. Me referiré brevemente a las dos instituciones antes de esbozar un plan para el desarrollo del sector privado. 8 Veamos primero el papel del Banco Mundial. El Banco Interna- cional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), para darle su título oficial, proporciona en la actualidad asesoramiento experto e imparcial, respaldado con inversiones cuidadosamente planea- das y supervisadas, a más de 40 de los países en desarrollo de mayor capacidad crediticia. Sus compromisos ascienden a apro- ximadamente US$1 1.000 millones al añj. El Banco, de propiedad de 148 países, tiene un historial de sólida gestión financiera que le permite lograr condiciones óptimas en los mercados mundiales de capital, donde obtiene sus fondos. El Banco es también una institución lucrativa. En los tres últimos ejercicios económicos, los ingresos anuales netos han tenido un promedio de US$650 millones. Prevemos que nuestras utilidades serán considerable- mente superiores durante el actual ejercicio. Los préstamos del BIRF tienen habitualmente un plazo de 15 a 20 años y el tipo de interés es en la actualidad de 9,29%. Nuestras relaciones con cada uno de los países prestatarios se basan en el deseo de ayudar al país a implantar políticas económicas y sociales que funcionen bien, de modo que los préstamos que les otorgamos para fines productivos contribuyan directamente al progreso económico y social y a la mitigación de la pobreza. Unos 40 de los países más pobres del mundo, países que no tienen suficiente capacidad crediticia para depender del BIRF, recurren a nuestra afiliada, la Asociación Internacional de Fomen- to (AIF), para obtener el financiamiento que necesitan con apre- mio en condiciones concesionarias. La AIF otorga este financia- miento en forma de créditos a 50 años, con un tipo de interés de 0%. Cerca del 90% de estos fondos van a países cuyo ingreso medio per cápita es inferior a una libra esterlina al día. La AIF, financiada por 33 países donantes, puede prestar actualmente cerca de US$3.000 millones al año. Los fondos concesionarios son los más difíciles de obtener en el mundo, pero dada la magnitud de la pobreza y las necesidades urgentes de los países más pobres, lo que la AIF puede prestar es demasiado poco y se corre el riesgo de dejar sin explotar gran parte de las vastas posibilidades de desarrollo de esos países. 9 El financiamiento de la AIF es por lo tanto materia de gran preocupación. Sin embargo, podemos al menos sentirnos muy satisfechos de que un grupo importante de países industriales haya convenido a comienzos de este mes en apoyar un servicio especial para Africa al Sur dd Sahara propuesto por el Banco Mundial. Se prometió una cantidad algo superior a US$1.000 millones y el servicio proporcionará financiamiento de desembol- so rápido en apoyo de programas de reforma emprendidos por varios gobiernos africanos. El BIRF y la AIF otorgan finarciamiento para fines semejantes. Tomados en conjunto, una cuarta parte de sus préstamos se destina al sector de agricultura y desarrollo rural; otra cuarta parte al sector de energía. Concedemos también financiamiento para transporte, industria, educación, telecomunicaciones, desarrollo urbano, abastecimiento de agua, población, salud y nutrición, y asistencia técnica. Además concedemos préstamos no destinados a proyectos específicos en apoyo de programas gubernamentales de ajuste estructural. Permítanme recordarles que los préstamos para proyectos del BIRF y la AIF constituyen un buen negocio para las empresas británicas. En virtud de nuestro sistema de adquisiciones basado en la licitación pública internacional, los proveedores británicos han obtenido contratos por valor de cerca de US$5.500 millones a fin de proporcionar bienes y servicios para proyectos financia- dos por el Banco y la AIF. Casi una tercera parte de ese total se obtuvo en los últimos cinco ejercicios que finalizaron el 30 de junio de 1984. Paso ahora a referirme a nuestra segunda afiliada, la Corporación Financiera Internacional. Esta institución está encargada especí- ficamente, dentro de la familia del Banco Mundial, de la promo- ción y apoyo de la empresa privada en los países en desarrollo. Por esta razón sus actividades son fundamentales para un plan de acción con el fin de fortalecer la inversión privada extranjera en el Tercer Mundo, lo La CFI es una institución muy dinámica que busca socios para sus empresas, algunos de los cuales se hallan probablemente en este mismo salón hoy día. La función que la caracteriza es la de reunir el capital extranjero o interno, la tecnología y los conoci- mientos administrativos para la realización de esfuerzos produc- tivos en pro del desarrollo. Proporciona fondos por cuenta propia y los moviliza en otras partes para empresas conjuntas promete- doras del sector privado en los países en desarrollo que son sus miembros. La forma de su financiamiento propio es flexible; se trata de una de las escasas organizaciones internacionales oficia- les que pueden proporcionar capital de riesgo y préstamos a largo plazo sin garantía gubernamental. Capta fondos adicionales en los mercados internacionales de capital por medio de la forma- ción de consorcios para préstamos y por medio de operaciones de garantía de emisión y financiamiento mediante acuerdos de compromiso contingente. Durante el último ejercicio económico, hasta el 30 de junio de 1984, 75 instituciones financieras firmaron participaciones por un total de US$4 1 5 millones. Entre ellas se hallan empresas britá- nicas como Lloyds Bank International, Midland Bank, National Westminster Bank Group, Samuel Montagu y Standard Chartered. La flexibilidad del fin3nciamiento de la CFI le permite reunir un conjunto de recursos muy especial, adaptado a las necesidades de cada proyecto y a la capacidad de cada empresa para obtener fondos de otras fuentes. Lo importante para la CFI es inducir a otros a hacer inversiones mucho más cuantiosas. En lo que respecta a sí misma, un 10% a 15% de participación en el capital social es el máximo que la CFI se propone aportar a una empresa determinada, aunque está dispuesta a invertir hasta el 25%, y quizás más, de las necesidades totales de capital de un proyecto que comprendan fondos en préstamo y capital social. En todo caso, se mantiene la regla general de que no proporciona finan- ciamiento donde éste pueda obtenerse de otras fuentes y en condiciones razonables. En otras palabras, la CFI no hace lo que el sector privado pueda hacer sin su intervención. Al mismo tiempo, cuando efectivamente interviene, lo hace con frecuencia I l como elemento catalizador para atraer fuentes de financiamiento comercial que de otra manera serían renuentes a participar. La CFI proporciona también asistencia técnici a los países miem- bros y a los patrocinadores de proyectos. En su mayor parte está relacionada con proyectos y consiste en asesoría jurídica, finan- ciera y en materia de ingeniería que va más allá de la asistencia que las instituciones financieras privadas estarían en condiciones de suministrar. La Corporación también ha colaborado activa- mente, durante más de un decenio, con los gobiernos miembros e inversionistas privados en el fortalecimiento de los mercados financieros locales, cuya importancia es cada vez mayor en etapas sucesivas del desarrollo. El reciente descenso de la inversión extranjera y la desaceleración de los préstamos otorgados por los bancos comerciales extran- jeros han hecho que los países en desarrollo hagan mayor hincapié en el fortalecimiento de sus mercados financieros inter- nos. En esa forma pueden asegurar la máxima movilización del ahorro para inversiones en sus propias economías. La inflación y otras dificultades económicas han fustigado a estos mercados últimamente y el financiamiento mediante valores se ha reducido -n forma alarmante. Para ayudar en el proceso de movilización de los recursos internos, los gobiernos deben reducir las distor- siones que lo inhiben. Por su parte la CFI ayudará al proceso acrecentando su ya amplia asistencia técnica a los mercados financieros y sus actividades de fortalecimiento institucional y financiamiento en ese sector. Durante el último ejercicio eco- nómico, el Departamento de Mercados de Capital de la CFI actuó en 28 países mediante 63 proyectos de asistencia técnica y de asesoría en materia de políticas. Se dio preponderancia al fo- mento de los mercados de valores en 16 países en América Latina, Asia, Africa y el Oriente Medio. Sin embargo, el papel de la CFI va mucho más allá de propor- cionar simplemente fondos y asistencia técnica. A menudo se solicita su presencia para aumentar la confianza de los inversio- nistas en operaciones propuestas y para ayudar a los socios a 12 llegar a acuerdos mutuamente satisfactorios. Esto puede signifi- car a veces que la CFI se haga cargo del tipo de riesgos políticos reconocidos que una institución multilateral puede ayudar a las empresas privadas a sobrellevar. No obstante, al mismo tiempo, la CFI debe preocuparse de ser lucrativa, por el bien de sus propios resultados y porque sólo las inversiones lucrativas con- tribuyen al desarrollo. Ampliaremos esa inversión. La Junta de Directores de la Corpo- ración ha recomendado recientemente a sus gobiernos miembros que aprueben una duplicación de su capital autorizado, de US$650 millones a US$1.300 millones. Esto le permitirá poner en práctica un nuevo programa quinquenal que comprenderá los ejercicios de 1985 a 1989. En virtud de este programa la CFI se propone hacer inversiones brutas de US$7.400 millones (en dólares corrientes), de los cuales US$3.000 millones correspon- derán a la formación de consorcios con bancos. La inversión total asociada con estas inversiones de la CFI será del orden de US$30.000 millones. Esta es la respuesta adecuada de la CFI a la creciente demanda de su capital y servicios y especialmente al aumento de su importancia para los países en desarrolo que luchan por recu- perarse de la peor recesión mundial en 40 años. Esta recesión asestó un duro golpe al sector privado. Ante la baja de los ingresos en concepto de ventas y el rápido aumento de los costos del servicio de la deuda, las compañías recurrieron al "endeudamiento forzoso". Como resultado, hay ahora gran demanda de los servicios de la CFI para ayudar a las empresas privadas, tanto dentro como fuera de su cartera, a superar los efectos de la recesión. Esto significa modernizar y reestructurar empresas para mejorar la productividad y para ajustarse a cambios en los precios y en los mercados. Por ejemplo, durante el último ejercicio, la Corporación tuvo un papel preponderante en la reestructuración financiera de un proyecto petroquímico en el Brasil y en la rehabilitación de la Uganda Tea Corporation. Este tipo de asistencia ocupa ahora lugar elevado en la lista de prioridades de la CFI. 13 Dada la aguda disminución del crédito otorgado por los bancos comerciales a los países en desarrollo durante los tres últimos años y las sombrías perspectivas de su pronta recuperación, estos países muestran un interés renovado en la inversión privada extranjera directa yla CFI adopta vigorosas medidas para promoverla. Como fuente de capital, la inversión extranjera directa representó cerca de la mitad de las corrientes de recursos de los países industriales a los países en desarrollo en el decenio de 1950 y aproximadamente una cuarta parte en los años sesenta y setenta. Los montos netos absolutos en el decenio de 1970 fueron de más o menos US$ 10.000 millones al año, suma considerable. Sin embargo, la recesión infligió una fuerte pérdida y tomará algún tiempo volver a esos niveles y luego aumentarlos. Aun con un crecimiento moderado empero, la inversión extranjera directa puede continuar siendo una fuente importante de capital para los países en desarrollo. Los esfuerzos de promoción de la CFI en este aspecto son por lo tanto importantes. No quiero en todo caso dejar aquí la impresión de que conside- ramos la inversión privada extranjera directa como una especie de panacea, pues no lo es. Por muy atractivas que sean algunas características de este tipo de capital, lo que se pueda hacer con él tiene sus limitaciones. Está vinculado a proyectos de inversión específicos y no puede usarse flexiblemente para financiar las amplias necesidades del desarrollo. Tiende a concentrarse en los pocos sectores que interesan a las empresas multinacionales, que en su mayor parte corresponden a las industrias de elaboración y de bienes duraderos. Las distorsiones inducidas por las políti- cas que favorecen a un sector con respecto a otro son a menudo la causa de esta concentración. Tiende también a concentrarse en un número pequeño de países receptores, sobre todo los que tienen importantes mercados internos o ventajas especiales para exportación. Dadas dichas limitaciones, la inversión extranjera directa debe siempre considerarse como complementaria de otras fuentes de 14 financiamiento para el desarrollo. En forma marginal, puede sustituir a los empréstitos, pero no debe estimarse como un medio de compensar el actual trastorno del financiamiento co- mercial y en todo caso no aumentaría lo suficientemente rápido como para hacerlo. Debe tenerse en cuenta que los factores que inhiben el financiamiento comercial generalmente inhiben tam- bién las inversiones directas. Las vacilaciones de los inversionistas extranjeros van aparejadas en muchos países en desarrollo con el temor del país receptor a la dominación y control extranjeros. Esto ha conducido a restric- ciones que involuntariamente han afectado también al flujo de la inversión extranjera en valores en cartera. Este tipo de inversión es el menos utilizado de todos los posibles flujos de capital hacia los países en desarrollo. Ello no se debe exclusivamente a errores de concepto en el país receptor; la falta de conocimiento de los mercados de valores de los países en desarrollo que muestran los inversionistas de los países industriales los ha llevado a desestimar considerablemente las posibilidades de las inversio- nes en valores en cartera. Es posible que en la actualidad haya un cambio de actitud de ambas partes. Por ejemplo, los problemas de la deuda de muchos países en desarrollo han hecho que éstos concentren su atención en la rigidez de los planes de amortización y en su desplazamien- to de los mercados internacionales de capital a medida que los gobiernos compiten con ellos por los fondos. De otro lado, las instituciones inversionistas de los países industrializados que han estado limitando sus inversiones en cartera en el extranjero a los mercados de los principales países industrializados, además de Australia, Hong Kong y Singapur, lanzan ahora sus miradas a mayor distancia. Durante los cinco últimos años se han agregado a la familia de inversionistas internacionales unos cuantos mer- cados incipientes, si bien sobre una base restringida. Hay ahora varios fondos de inversión regionales para la zona de Asia y el Pacífico y se han organizado fondos para países individuales, cuyos beneficiarios han sido México, Corea y la India. 15 Los atractivos principales para invertir en los mercados incipien- tes son, según lo demuestran datos recientes, una mayor diver- sificación del riesgo y un historial de rentabilidad generalmente superior a la registrada en los mercados habituales. La capitali- zación global de los 14 mercados incipientes de activos líquidos (excluido Kuwait), de acuerdo con los datos disponibles, llegó a una suma total de US$130.000 millones a fines de 1983. Eso representa el 10% de la capitalización de todos los mercados fuera de los Estados Unidos, el 26% de todos los mercados europeos y el 4% de la capitalización mundial total. Por lo tanto, crecen en importancia las inversiones en cartera de un número específico de países en desarrollo. Esta es una tendencia que la CFI estimula activamente y que merece promoción y apoyo en forma mucho más generalizada. Entretanto, subsiste la necesidad de reavivar los niveles de inversión privada directa en el extranjero en proyectos de de- sarrollo de gran prioridad y la CFI tiene sin duda un papel cada vez más importante que cumplir en ese empeño. En virtud del nuevo programa quinquenal, que se inició durante este ejercicio de 1985, la Corporación acelera sus esfuerzos en ese sentido y presta mayor atención a los países de bajos ingresos. La agricul- tura y la agroindustria, desde la producción de productos prima- rios agrícolas hasta las modernas plantas de elaboración de alimentos, serán el centro de las mayores actividades de promo- ción e inversión. En Africa al Sur del Sahara, donde los programas de la CFI ya hacen mayor hincapié en las agroindustrias, seis de las 16 inversiones de la Corporación durante el último ejercicio apoyaron empresas de agroindustrias nuevas o existentes. La CFI también realiza actividades en el campo de la energía. Reconociendo el hecho de que la solución a largo plazo de los problemas energéticos de los países en desarrollo importadores de petróleo radica más que nada en hallar nuevas fuentes de combustibles fósiles así como en explotar nuevas fuentes de energía, el Banco Mundial participa activamente en este sector. La CFI puede hacer una contribución complementaria muy valiosa al ayudar a estructurar empresas de exploración sólidamente 16 financiadas. Mediante su financiamiento en capital social, ele- mento crucial para la iniciación de proyectos de exploración, la Corporación estimulará a las compañías independientes de pe- tróleo y gas a que amplíen sus actividades en los países en desarrollo. Por ejemplo, la CFI cumplió recientemente un papel central en la preparación de un conjunto de financiamiento de alrededor de US$90 millones en divisas para un proyecto de explotación de gas en Yugoslavia. La diversificación de la CFI hacia el sector de la energía y su concentración mayor en la agricultura y las agroindustrias deben ser de especial interés para las empresas aquí en el Reino Unido, donde ya se cuenta con tanta experiencia y conocimientos en estos campos. Queremos estimular cordialmente a las compañías británicas a que se unan a nosotros en un esfuerzo cooperativo en estos y otros sectores de inversión. Les solicitamos especialmente que tomen nota de que actual- mente es objetivo primario de la CFI fortalecer y ampliar sus actividades en Africa, especialmente ai Sur del Sahara. Nos damos cuenta de que hay factores que restringen la inversión privada extranjera directa en la región, como la inestabilidad política y los riesgos de expropiación; mercados pequeños, estancados y de ingresos bajos; restricciones al comercio entre países africanos vecinos, que limitan las economías de escala; restricciones a la repatriación de utilidades y capital, y limita- ciones al acceso a los mercados internos de capital. Estos no son problemas exclusivamente africanos, pero su frecuencia es elevada. No obstante, creemos firmemente que es posible estimular el crecimiento del sector privado en la región. Se habla de una escasez de empresarios nacionales en Africa para tratar de explicar el predominio del sector público en muchos países africanos, si no en todos ellos. ¿Es éste verdaderamente el caso? Por ejemplo, se podría sostener que el desarrollo de los cultivos de exportación que no son nativos de Africa, como el cacao, representa una respuesta empresarial saludable de los actuales 17 agricultores a los incentivos económicos y a las oportunidades del mercado. Los sectores del comercio al detalle y de transporte en algunos países están dominados por africanos, que además están ampliamente representados en todas partes en la industria pequeña. No estamos de acuerdo con quienes sostienen que el desarrollo del sector privado en Africa es una tarea tan gigantesca que no se justifica el esfuerzo. El espíritu empresarial es una realidad allí. Además, en países donde el desempeño del sector privado nacional es débil, podríamos preguntar si quizás no sea esto en gran medida el resultado de las barreras y distorsiones creadas consciente o inconscientemente por los encargados de las políticas. Esta es la razón por la que el diálogo sobre políticas de la CFI con los gobiernos es parte importante del creciente esfuerzo global de la Corporación en la región. La consolidación del sector privado en muchos de estos países no será una labor fácil. Aun así, dado el compromiso de los gobiernos y pueblos de Africa y la participación cooperativa de las fuentes externas de capital y tecnología, es posible dar grandes pasos. Los instamos a que se nos unan en esta empresa. Si bien la CFI avanza ccn su nuevo plan, el Banco Mundial sigue cumpliendo un papel complementario importante en apoyo del desarrollo del sector privado. La gran diversidad de la asesoría en materia de políticas que el Banco Mundial ofrece a sus miembros prestatarios y su compromiso con el fortalecimiento de las instituciones en los sectores económicos contribuyen a la creación de un mejor ambiente para la actividad de la empresa privada. El extenso financiamiento otorgado por el Banco para infraestructura ha sido históricamente y sigue siendo un factor importante en la creación de ese ambiente. Aún más, si se dan ciertas condiciones, el Banco puede poner a disposición del sector privado, especialmente de los posibles inversionistas, su conocimiento de las economías de los países en desarrollo. Naturalmente, los gobiernos deben estar de acuerdo en que se entregue esa información; no deben ponerse en peligro negocia- ciones delicadas ni romperse las reglas de confidencialidad entre 18 los bancos y sus clientes. Sin embargo, cuando al divulgar la información se pueden facilitar las decisiones en materia de inversiones, no hay duda de que ello favorece el bienestar económico general. El Banco continuará haciendo todo lo posible para ayudar a fortalecer la estructura de incentivos para los inversionistas pri- vados en todo el mundo en desarrollo. Una iniciativa importante que hemos adoptado recientemente es la elaboración de un nuevo plan para la creación de un Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones. El riesgo político es sin duda un obstáculo muy importante para las inversiones internacionales en los países en desarrollo. El establecimiento de programas de garantía de inversión en todos los países industriales, el refinamiento cada vez mayor del análisis de los riesgos políticos, e! surgimiento de un mercado privado de seguros contra riesgos políticos, son todos acontecimientos que confirman la importancia del riesgo político para muchos inversionistas. El seguro de inversiones puede, haciendo del riesgo un conjunto, reducirlo y transformarlo en un costo limitado y manejable. El proceso de cambio de actitud hacia las inversiones internacio- nales se ha acelerado durante los últimos años. La repentina disminución de la confianza de los inversionistas ha forzado a muchos países a reexaminar sus políticas. La crisis de la deuda también ha hecho resaltar una de las ventajas de ser receptor de inversión directa: el inversionista directo asume el riesgo de fracaso del proyecto, en tanto que un banco comercial tiene derecho a que se le reembolse, sea rentable o no una inversión. Por lo tanto, el Banco Mundial ha propuesto la creación de un Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones que brinde protección contra riesgos no comerciales. Gran parte de sus actividades abarcarían el seguro contra el riesgo de situaciones monetarias que impidiesen a los inversionistas extranjeros repa- triar sus utilidades. Sin embargo, este organismo proporcionaría 19 también garantl -ntra los riesgos de la violencia política y la expropiación. Además de llevar a cabo su función principal, de garantía de la inversión, el organismo también analizará las políticas de inver- sión con los gobiernos, proporcionará asistencia técnica, promo- verá acuerdos de inversión y difundirá la información sobre las inversiones internacionales. Estas actividades auxiliares son un aspecto nuevo y, creo yo, prometedor de nuestra propuesta. Consideramos este organismo como complemento de la variedad de organismos nacionales y regionales de inversión y garantía que ya existen. Se encuentran ya muy avanzadas las consultas con los gobiernos miembros del Banco sobre los detalles de la propuesta y nos sentimos muy alentados por las reacciones de esos gobiernos hasta la fecha. El papel cada vez más importante del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), cuyo esta- blecimiento supervisamos precisamente 20 años atrás, puede también contribuir a fortalecer la estructura de incentivos para los inversionistas privados. La continua extensión de la aplicación geográfica del Convenio del CIADI, que proporciona servicios de conciliación y arbitraje, puede influir en gran medida para pro- mover un ambiente de confianza mutua entre los inversionistas privados y los Estados receptores. Quisiera referirme brevemente a otros tres aspectos de la activi- dad del Banco Mundial para los que cada vez con mayor frecuen- cia buscamos asociados en el sector privado. He mencionado ya que el Banco Mundial dedica una cuarta parte de sus préstamos al sector de la energía como parte de su variado programa para proporcionar recursos y asistencia técnica. Los fondos que el Banco puede suministrar son sólo una fracción de lo que se requiere para satisfacer las necesidades de inversión de este complejo sector. La movilización de capital y de conoci- 20 mientos técnicos de fuentes privadas extranjeras es por lo tanto un factor decisivo. El Banco, al cumplir su papel catalizador y, donde ello sea apropiado, al aportar sus propios fondos, hace un esfuerzo importante para lograr que se formen asociaciones fructíferas entre intereses del sector privado y los gobiernos de los países en desarrollo para promover el aprovechamiento de los recursos de petróleo y gas. En ese papel puede complementar y apoyar las nuevas operaciones de la propia CFI en este campo. En segundo lugar, trabajamos activamente a fin de restaurar la confianza de los bancos comerciales en el financiamiento para el Tercer Mundo y atraer el financiamiento comercial, en escala prudente, hacia proyectos de desarrollo productivos de alta prioridad. Hemos creado una gama de mecanismos de cofinan- ciamiento ajustados a las diversas preferencias y necesidades de los prestamistas comerciales. Ya han logrado atraer a los bancos comerciales hacia el cofinanciamiento de nuestros proyectos de constante supervisión y sólida concepción, dándoles además la confianza y seguridad de su asociación con el Banco Mundial en sus préstamos al Tercer Mundo. En tercer lugar, recurrimos al sector privado en busca de mayor apoyo a la investigación agrícola, aspecto sumamente vital. La creación de la tecnología que permita estimular una mayor productividad agrícola es de máxima prioridad en todo el mundo en desarrollo. En ningún otro lugar es ello más importante que en Africa. La FAO ha estimado que las posibilidades totales de tierras cultivables de secano en Africa son de alrededor de 800 millones de hectáreas, en comparación con 350 millones en Asia. Sin embargo, gran parte de Africa se muere físicamente de hambre. Hay muchas causas, pero una de ellas es la incapacidad de los gobiernos de crear una base de conocimientos adecuada y luego aplicarla. Debemos ayudar a corregir esta situación. Un instru- mento para ese fin es el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agronómicas Internacionales, del cual es miembro el Banco Mundial. Unos 40 miembros donantes-gobiernos, organismos 21 internacionales y fundaciones privadas-prestan apoyo actual- mente a 13 centros de investigación en todo el mundo. El Reino Unido se encuentra entre los gobiernos donantes y el Lever- hulme Trust entre las fundaciones privadas. Quisiéramos ver un mayor apoyo del sector privado. El sector agropecuario es vital para el avance de los sectores público y privado de las econo- mías en desarrollo. La prestación de un generoso apoyo para la investigación agrícola es, en consecuencia, de interés para todos nosotros. Nuestro programa para un apoyo más vigoroso del sector privado va, por lo tanto, desde la ampliación de la extensa serie de actividades de la CFI hasta el establecimiento de un nuevo servicio de garantía de inversiones; desde el papel cada vez más importante de asesoramiento que cumplen el Banco y la CFI hasta las funciones catalizadoras para estimular el flujo de financia- miento y tecnología hacia empresas productivas a través de toda la gama de actividades de desarrollo económico. Este amplio y dinámico programa es testimonio de la importanc4 que el Banco Mundial asigna al papel del sector privado en el desarrollo. La vigorosa comunidad empresarial y financiera de la Gran Bretaña tiene una contribución muy especial que aportar y creo sinceramente que va en beneficio directo de ustedes, los representantes de esa comunidad, que ella se siga haciendo efectiva. Como dije al comienzo, la contribución que el sector privado puede hacer al desarrollo se comprende aún demasiado poco y sus posibilidades se han aprovechado muy escasamente. Sin embargo, quiero ser muy claro respecto de un punto fundamen- tal. Por muy vital que sea el papel del sector privado, la empresa privada no puede por sí sola hacer volver a los países en desarrollo al camino del crecimiento económico y del progreso social sostenido. El factor verdaderamente decisivo es cuán eficazmente logren desempeñarse los gobiernos en la adminis- tración general de sus economías. 22 Al mismo tiempo, no puede haber un crecimiento sostenido ni una mitigación significativa de la pobreza sin el aumento de los flujos de asistencia oficial para el desarrollo hacia los países que luchan por alcanzar estos objetivos. Sus esfuerzos se verán igualmente frustrados si no se reducen las tendencias proteccio- nistas a fin de que sus exportaciones les permitan obtener las divisas que necesitan tan desesperadamente. No obstante, estoy convencido de que la totalidad del esfuerzo en pos del desarrollo, del cual todos somos beneficiarios a la larga, corre el riesgo de terminar en el fracaso si no ayudamos a movilizar más plenamente el espíritu empresarial de las naciones en desarrollo como fuerza motriz en su larga y ardua jornada hacia la prosperidad. Una asociación más activa entre la empresa, los gobiernos y las instituciones como el Banco Mundial y la CFI, instituciones que necesitan el apoyo de todos ustedes, puede ayudar a allanar el camino y acortar la duración de esa jornada. ¡Unanse a nosotros en este esfuerzo vital! Gracias. 23 WORLD BANK 1818 H Street, N.W., Washington, D.C. 20433, U.S.A. Telephone number: (202) 477-1234 Cable address: INTBAFRAD WASHINGTON D.C. European Office: 66, Avenue d'16na, 75116 Paris, France Telephone number: 723-54-21 Cable address: INTBAFRAD PARIS Tokyo Office: Kokusai Building 1-1 Marunouchi 3-chome Chiyoda-ku, Tokyo 100, Japan Telephone number: (03) 214-5001 Cable address: INTBAFRAD TOKYO 1 1 1 I 1 I I i I 1 1 1 I I 1 I 1 1 I I i