20924 Prefacio a la edición en español E n las últimas dos décadas, la esperanza de vida ha aumentado en casi todos los países en desarrollo. En la Región de las Américas, durante los últimos 15 años el promedio aumentó de 69,2 a 72,4 años, y la tasa de mortalidad infantil, excelente indicador de la calidad de vida, ha bajado para situarse en 25 por 1.000 nacidos vivos. Además, el patrón de morbilidad y mortalidad ha cambiado, y la característica más sobresaliente es la disminución de la mortalidad por enfermedades transmisibles en general. Así, el riesgo de morir a causa de una enfermedad transmisible se ha reducido en casi 50% en los últimos 15 años. Sin embargo, como bien señala James D. Wolfensohn en el prólogo de esta obra, prosperidad para unos no ha significado una mejora de la calidad de vida para todos. En muchos países, tras dos décadas de crecimiento eco- nómico acelerado, las políticas siguen respondiendo a los intereses creados de las élites y no a los de las mayorías, obstaculizando el crecimiento equita- tivo y el combate de la pobreza. Para tratar de reducir la pobreza es indispensable analizar los factores que contribuyen al crecimiento económico. Ese es el tema central de este libro, publicado originalmente en inglés por el Banco Mundial y al que en esta edición en español la Organización Panamericana de la Salud contri- buye con un apéndice en el que se analiza la relación entre inversión en sa- lud y crecimiento económico desde la perspectiva de América Latina y el Caribe. Las posibles influencias de la salud en la generación de crecimiento eco- nómico o en la contribución a su logro se ha convertido ahora en un tema de interés para muchos economistas. A veces me pregunto por qué ha pasa- do tanto tiempo antes de que se reconozca la importancia de este vínculo, XIII P r e f a c i o a l a e d i c i ó n e n e s p a ñ o l 20924 puesto que desde hace años sabemos que la pobreza y la salud están asocia- das, en el sentido de que los pobres tienen más problemas de salud. Tam- bién sabemos que si se eliminaran las condiciones sanitarias insalubres que afectan a los pobres, aumentaría su productividad. Probablemente esto se deba a que si bien era obvio que la pobreza causaba mala salud, estaba me- nos claro que la mala salud podía ser, a su vez, causante de pobreza. Los capítulos que componen esta obra dan cuenta de una serie de aspec- tos esenciales que son imprescindibles para profundizar el análisis del creci- miento económico y de la calidad del mismo en los países en desarrollo. Se examinan la inversión en capital natural y capital humano, la importancia de la igualdad de oportunidades, la influencia del medio ambiente y la de- sigualdad de salud entre ricos y pobres, todos estos factores determinantes del éxito de las políticas económicas para lograr un crecimiento de calidad. La Organización Panamericana de la Salud publica este libro como par- te de su estrategia de difundir información sobre el vínculo entre crecimien- to económico, calidad de vida y estado de salud, siempre con miras a contri- buir a la reducción de la pobreza y al logro de la equidad en materia de salud. George A. O. Alleyne Director Organización Panamericana de la Salud XIV 20924 PRÓLOGO H ay muchas razones para celebrar al comienzo de este nuevo milenio. Un niño que nazca hoy en el mundo en desarrollo puede tener una esperanza de vida de 25 años más y ser más sano, tener más educación y ser más productivo que un niño nacido hace 50 años. La generalización de la democracia ha aportado nuevas libertades y oportunidades nunca vistas para mucha gente en todo el mundo. Además, la revolución de las comunicaciones promete el acceso universal al conocimiento. Pero, si observamos mejor, vemos algo más, algo que es alarmante. En los países en desarrollo, salvo en China, el número de personas que vive en la pobreza ha aumentado en no menos de 100 millones con respecto a 10 años atrás. Por otro lado, la distancia entre los ricos y los pobres no deja de ampliarse. En muchos países, el flagelo del sida ha truncado cruelmente la esperanza de vida, en algunos países de África en más de 10 años. Más de 1.000 millones de personas todavía carecen de acceso al agua limpia y cada año 2,4 millones de niños mueren de enfermedades transmitidas por el agua. Aproximadamente unos 1.000 millones de personas han entrado al si- glo XXI sin saber leer ni escribir. Alrededor de 1,8 millones de personas mueren anualmente debido a la contaminación del aire interior, conside- rando solamente las zonas rurales. Se están destruyendo los bosques a una velocidad de casi media hectárea por segundo, lo que ocasiona pérdidas de biodiversidad inimaginables. Esas son algunas muestras de nuestras fallas: que a pesar de la prosperi- dad de que gozan algunos, la calidad de vida ha seguido siendo poco prome- tedora para muchos. Frente a casi dos decenios de crecimiento económico acelerado en algunos países, otros no han disfrutado de un progreso similar. En muchos lugares, las políticas han favorecido los intereses creados de las XV P R Ó L O G O 20924 élites, y por lo tanto no han promovido las inversiones adecuadas en capital humano y capital natural, que son esenciales para un crecimiento de amplia base. La calidad de los factores que contribuyen al crecimiento exige una atención fundamental para poder reducir la pobreza y lograr una mejor cali- dad de vida para todos. Este es el tema fundamental de este libro. Una mejor calidad de vida para los pobres exige mayores ingresos. Esto, a su vez, requiere políticas económicas adecuadas e instituciones encamina- das a alcanzar un crecimiento sostenido. Lograr ingresos más altos y una mejor calidad de vida también exige mucho más: oportunidades mejoradas y más justas en cuanto a educación y empleos, mejorar la salud y la nutri- ción, un ambiente natural más limpio y más sostenible, un sistema judicial y jurídico más imparcial, mayores libertades políticas y civiles, instituciones dignas de confianza y transparentes, así como la libertad necesaria para te- ner acceso a una vida cultural enriquecedora y variada. El libro publicado recientemente por el Banco Mundial La voz de los pobres. ¿Hay alguien que nos escuche? refuerza este mensaje. En ese libro, mujeres y hombres pobres de todo el mundo recalcaron la importancia de la dignidad, el respeto, la seguridad, los problemas de género, un ambiente limpio, la salud y la inclu- sión, además del bienestar material. A medida que aumentan los ingresos per cápita, varios aspectos de la calidad de vida también mejoran, pero no todos, ni a la misma velocidad, ni de manera inexorable. En diferentes países, el mismo ritmo de crecimiento económico se ha asociado con grados muy diferentes en las mejoras logra- das, con el correr de los años, en educación, salud, libertades civiles, partici- pación de los ciudadanos en las decisiones que inciden en su vida, ausencia de corrupción, y en cuanto a calidad ambiental y sostenibilidad. Este libro demuestra cómo se genera el crecimiento y si el hecho de que sea sostenible es crucial para la calidad de vida de todos. La estrategia del Banco Mundial consiste en concebir y evaluar sus acti- vidades desde la perspectiva de la reducción de la pobreza, y esta es la visión que inspiró el marco de desarrollo integral que hemos adoptado en los paí- ses con los que trabajamos. Este marco alienta a los países a que adopten una postura equilibrada en materia de desarrollo, para tratar de acrecentar simultáneamente las dimensiones humanas, sociales, naturales y físicas. Solo entonces podrán compartirse y sostenerse ampliamente los frutos del desarrollo. Al alinear estas dimensiones complementarias, este marco integrado también procura acercar a los actores claves del desarrollo. Coloca a las ins- tituciones, la administración pública, la responsabilidad empresarial y los asuntos de inclusión, la posibilidad de hacerse escuchar, las libertades y la participación, a la par de las preocupaciones económicas convencionales y XVI P R Ó L O G O de la formulación de políticas. Al abordar estos asuntos afines de manera si- multánea, el marco hace hincapié en la necesidad de que el país esté al frente de estos esfuerzos, así como en la importancia de la cooperación en- tre el gobierno, el sector privado, la sociedad civil y la comunidad interna- cional para dirigir el programa del desarrollo. Estamos empeñados en cola- borar con este marco no solo con financiamiento, sino cada vez más con los programas de aprendizaje y de conocimientos más avanzados que utilizan nuevos datos, instrumentos y metodologías, y con el apoyo de la tecnología más innovadora en el ámbito de la comunicación y la información. Al viajar por todos los continentes la gente siempre me hace recordar --en las aldeas y en los superpoblados centros urbanos por igual-- que la calidad de vida para ellos va más allá de los aportes en financiamiento ex- clusivamente. Esa calidad tiene que ver con el acceso de los niños y las ni- ñas a la educación, y al empleo cuando se gradúan. Se refiere al acceso de los pobres del campo a la atención médica básica cuando van al dispensario del pueblo. A la limpieza del aire y del agua y a la protección de la valiosa biodiversidad. A la dignidad de que pueden gozar los pobres y la seguridad de su vida. A la participación de la gente junto con los reformadores del go- bierno para llevar a la práctica un programa contra la corrupción. Al com- bate de los intereses creados de una élite económica que influye indebida- mente, o hasta compra, las políticas, reglamentos y leyes del Estado. En este volumen se defiende ardientemente que el trabajo se centre en estas dimensiones políticas e institucionales, y que se haga con un gran in- terés por parte del país y cuente con la colaboración de los participantes en el proceso de desarrollo. Se ha demostrado que invertir en la gente, sostener los recursos naturales, gestionar los riesgos y mejorar la administración pú- blica son dimensiones que dan forma al crecimiento de calidad. Acrecentar este tipo de crecimiento puede promover la reducción de la pobreza, un de- sarrollo sostenible desde el punto de vista ambiental y social, y una calidad de vida mejorada que todos puedan compartir. James D. Wolfensohn Presidente Banco Mundial XVII PREFACIO L os años noventa --al final de un siglo y de un milenio-- fueron un período adecuado para mirar hacia atrás y analizar lo que ha sido el desarrollo. Los estudios reexaminaron y evaluaron algunos de los dogmas fundamentales del desarrollo. El crecimiento sostenido emergió sin cuestionamiento alguno como fundamental para la reducción de la pobreza. Por otra parte, el récord del desarrollo confirmó la eficacia de ciertas reformas para sostener el crecimiento en países tanto en desarrollo como industriales: hay que invertir más --y de manera más eficiente-- en la educación y la salud, reducir las barreras al comercio y a las inversiones, eliminar los controles internos a los precios en la agricultura y la industria, y reducir los déficits fiscales. A pesar de los altibajos económicos de los años noventa, nunca se pusieron en duda estas relaciones. Las evaluaciones también revelaron algunas deficiencias fundamentales. En la formulación de políticas de los países habían faltado, además del ase- soramiento, las condiciones y el financiamiento de las entidades externas, y la debida atención a la calidad y a la sostenibilidad del crecimiento. Sin eso, el verdadero potencial que ofrecen las reformas no puede aprovecharse. Las evaluaciones pusieron de relieve algunos cambios profundos en la reflexión sobre el desarrollo a lo largo de los últimos 50 años a medida que nuestra comprensión del proceso de desarrollo ha ido madurando, gracias a la experiencia. No todas las interpretaciones fueron totalmente uniformes. Por ejemplo, algunos han entendido el "consenso de Washington" exclusi- vamente como una receta de política para liberalizar los mercados. Otros han aceptado la interpretación ampliada del enfoque favorable al mercado planteada en el Informe sobre el desarrollo mundial 1991 como otra ventaja del mercado, que abarcaba tanto la liberalización como una función fuerte y positiva para el Estado y otros interesados directos. XIX P r e f a c I O Apartando las interpretaciones divergentes, las evaluaciones muestran un consenso incipiente sobre algunas lecciones claves relativas a la com- plementariedad y el equilibrio entre políticas e instituciones. Es esencial contar con mercados en funcionamiento y con su liberalización. Pero tam- bién lo es reconocer los límites del mercado y la función esencial de los go- biernos y otros interesados directos en el proceso de reforma. Algunas veces se han satisfecho las expectativas derivadas de la expe- riencia, otras veces no. Los debates iniciales preveían el éxito de los países ricos en recursos naturales como Myanmar, Filipinas y algunos de África, y el fracaso de las economías con pocos recursos naturales como la de la Re- pública de Corea o Singapur. Las expectativas de un desarrollo acelerado por medio de la liberalización del mercado en las economías en transición no se materializaron. En los años ochenta, la desaceleración del aumento de la productividad en América del Norte y Europa, que son economías indus- triales, contrastaba con el éxito notable del Japón, lo que llevó a que se hi- cieran cambios en el paradigma del crecimiento. En ocasiones, la realidad no estuvo a la altura de las expectativas debido a que los cambios en las circunstancias mundiales y locales debilitaron el impacto de las medidas adoptadas y obligaron a los gobiernos a modificar las prioridades. "La industria pesada primero" parecía ser la mejor forma para avanzar a finales del siglo XIX; la tecnología de la información parecía ser la clave del éxito al finalizar el siglo XX. Mientras que se liberalizaban los mercados en los decenios recientes, los resultados, que en ocasiones fueron desalentadores, revelaron la importancia de crear instituciones para que los mercados pudieran funcionar. Presentamos este libro con el ánimo de seguir investigando y buscando opiniones para enmarcar la reflexión sobre el desarrollo. Está dirigido a los planificadores, a los profesionales y a muchas otras personas de los países en desarrollo o industrializados. Reafirma la contribución fundamental para el desarrollo que han hecho las políticas favorables al mercado. También des- taca componentes claves que están ausentes y pruebas científicas recientes. Si bien no presenta un examen exhaustivo del desarrollo, este libro examina aspectos vitales que a menudo se pasan por alto como fundamen- tos para la acción, a saber: la distribución de las oportunidades, especial- mente de la educación; la sostenibilidad ambiental; la gestión de los riesgos, y la gobernabilidad y la lucha contra la corrupción. No aborda importantes factores tales como la economía política del cambio, la influencia de la inestabilidad social, las consecuencias de las enfermedades transmisibles ta- les como la infección por el VIH y el sida, o el impacto de los problemas transfronterizos y mundiales, entre ellos las presiones de población, la mi- gración de la mano de obra, el calentamiento de la Tierra, la tecnología de XX P r e f a c I O la información y la arquitectura financiera y empresarial mundial. La con- clusión es que el crecimiento es fundamental pero también lo es su calidad. Los estudios para este libro los realizó un equipo del Instituto del Banco Mundial. El financiamiento provino de una subvención para investigaciones aportada por el Banco Mundial, como contribución al material preparado para un curso sobre el desarrollo y para que sirviera de base en la elaboración del Informe sobre el desarrollo mundial 1999/2000: en el umbral del siglo XXI y el Informe sobre el desarrollo mundial 2000/2001: lucha contra la pobreza. Estuvo inspirado por una ponencia presentada por Stanley Fischer, y el debate subsi- guiente, durante la Conferencia Anual del Banco Mundial, de 1998, sobre Economía del Desarrollo. El equipo recibió comentarios de muchas personas del Banco Mundial y fuera de él. Nuestro agradecimiento especial para quie- nes hicieron sugerencias para la preparación del libro. Entre ellos se cuentan Nancy Birdsall, Paul Collier, Eduardo Doryan, Ravi Kanbur, Mats Karlsson, Gautam Kaji, Rung Kaewdang, Vijay Kelkar, Mohsin Khan, Aart Kray, Nora Lustig, Rakesh Mohan, Mohamed Muhsin, Robert Picciotto, Jan Piercy, Jo Ritzen, Lyn Squire, T.N. Srinivasan, Nicholas Stern, Thomas Sterner, Joseph Stiglitz, Anand Swamy, Shahid Yusuf, Shengman Zhang, y el equipo del In- forme sobre el desarrollo mundial 2000/2001. El equipo agradece a las siguientes personas sus comentarios sobre esta publicación: Montek Ahluwahlia, Jane Armitage, Kaushik Basu, Surjit Bhalla, Jan Bojo, Deepak Bhattasali, Gerard Caprio, Shaohua Chen, Kevin Cleaver, Maureen Cropper, Monica Dasgupta, Shanta Devarajan, Ishac Diwan, David Dollar, William Easterly, Gershon Feder, Andrew Feltenstein, Deon Filmer, Pablo Guerrero, Cielito Habito, Kirk Hamilton, Jeffrey Hammer, Joseph Ingram, Farrukh Iqbal, Ramachandra Jammi, Emmanuel Jimenez, Mary Judd, Philip E. Keefer, Homi Kharas, Elizabeth M. King, Kathie Krumm, Ashok Lahiri, Kyung Tae Lee, Andres Liebenthal, Magda Lovei, Muthukumara Mani, Michele de Nevers, David Nepomuceno, Jostein Nygard, Michael Pomerleano, Tanaporn Posh- yananda, Lant Pritchett, Martin Ravallion, David Reed, Neil Roger, William Shaw, Mary Shirley, Ammar Siamwalla, Hadi Soesastro, T. G. Srinivasan, Tara Vishwanath, Christina Wood, Michael Woolcock y Ro- berto Zagha. Tambien agradece a los participantes en los debates y los semi- narios de las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional/Banco Mundial, del Consejo Nacional de Investigación en Economía Aplicada (India), del Foro de Desarrollo Asiático (Singapur), del Instituto de Investi- gaciones sobre el Desarrollo, de Tailandia, y a los asistentes a una conferen- cia del Fondo Monetario Internacional sobre reformas. Varias unidades del Banco Mundial revisaron el manuscrito. XXI c a p í t u l o 1 UNA TRAYECTORIA DE CRECIMIENTO DESIGUAL La economía es algo más que la generación de ingresos, es también saber utilizar esos ingresos para mejorar nuestra vida y nuestras libertades. --Amartya Sen, A Conversation with Sen E n los años noventa, varias de las economías de Asia oriental regis- traron algunas de las tasas más aceleradas de crecimiento, atravesaron por períodos de decadencia muy marcada y por otros de recuperación, todo lo cual generó para las políticas de liberalización de los mercados no solo un sólido apoyo sino también una gran cautela. En muchos aspectos, los años noventa condensaban las experiencias del desarrollo de los decenios anteriores, lo que aportaba enfoques y advertencias para orientar la acción en el siglo XXI. Al considerar los decenios anteriores del desarrollo, varios estudios efec- tuados en los años noventa en distintas partes del mundo ponían de relieve el éxito logrado en Asia oriental, los retrocesos en el África al sur del Sahara, y los modestos logros alcanzados en otros sitios. El Informe sobre el desarrollo mundial 1991 (Banco Mundial, 1991) planteaba un consenso na- ciente con respecto a lo que se denominó un enfoque favorable al mercado, que abogaba por una reevaluación de las funciones del Estado y del mer- cado. Este y otros análisis señalaban las funciones críticas que desempeñan el Estado y los mercados en la reducción de la pobreza (Banco Mundial, 1990), en la protección del medio ambiente (Banco Mundial, 1992), en el suministro de infraestructura (World Bank, 1994), y en los marcos legales y de la gobernabilidad, así como en el sistema financiero (Banco Mundial, 1997). 1 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o En este capítulo examinamos cómo se agotaron las lecciones del desa- rrollo durante el último decenio. Actualizamos evaluaciones anteriores re- lativas al desempeño de los países en materia de reducción de la pobreza, desarrollo sostenible y crecimiento económico. Además, consideramos los factores mundiales así como los cambios políticos e institucionales que subyacen tras el desempeño de los países. Diversos hechos de los años noventa amplían la historia del desarrollo, especialmente en cuanto a los requisitos institucionales para alcanzar el éxi- to, y aportan un conjunto abundante de hipótesis que es necesario tener en cuenta con respecto a la política. En primer lugar, al invertir en la gente hay que preocuparse también por la calidad y la distribución de esas inver- siones. En segundo lugar, el crecimiento acelerado, si bien favorece el desa- rrollo social cuando su base es amplia, puede perjudicar la sostenibilidad ambiental si no se toman las medidas adecuadas. En tercer lugar, si bien es cierto que la apertura de los mercados y la competencia siguen aportando beneficios, es necesario manejar los riesgos financieros prestando atención a los factores propios del país. En cuarto lugar, hay que asignar prioridad a la gobernabilidad acertada y a los factores institucionales y no posponerlos para etapas posteriores de la reforma. Evaluación del desarrollo Cuando se habla de desarrollo, se habla de la gente y de su bienestar, lo que comprende la aptitud de cada quien para darle forma a su vida. En conse- cuencia, el desarrollo debe incluir a las generaciones futuras y la tierra que van a heredar. Debe hacer que la gente participe, porque sin esa participa- ción no habrá estrategia alguna que resulte exitosa por mucho tiempo. Este concepto del desarrollo como bienestar significa que las mediciones del de- sarrollo deben abarcar no solamente las tasas de crecimiento, sino la disper- sión, composición y sostenibilidad de ese crecimiento. Con frecuencia, los especialistas en desarrollo han utilizado el creci- miento del producto interno bruto (PIB) per cápita como una expresión del desarrollo, debido en parte a que el progreso social está asociado con el cre- cimiento del PIB y, en parte también, por conveniencia. Sin embargo, ba- sarse en el PIB como medida única del desarrollo es sumamente limitante. El crecimiento del PIB puede ser de buena o de mala calidad. Algunos pro- cesos y políticas generan crecimiento del PIB unido al crecimiento de los bienes humanos y naturales que repercuten directamente en el bienestar de la gente más allá de sus funciones como entes productivos. Otros generan crecimiento de mala calidad que no está asociado con mejoras de los bienes humanos y naturales. Para integrar la calidad del crecimiento en la evalua- ción del desarrollo, se necesitan índices multidimensionales del bienestar. 2 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l La teoría económica separa el concepto de crecimiento de la idea más amplia del desarrollo. La precisión con que se ha hecho esta distinción ha variado a lo largo del tiempo.1 El crecimiento acelerado de los años cin- cuenta y sesenta motivó el aumento de la inquietud por lograr metas de desarrollo más amplias. A lo largo de los decenios siguientes, cuando se instauró el estancamiento, el centro de interés cambió hacia el crecimiento económico. En los años noventa, reemergió una perspectiva más amplia, de la cual tenemos un buen ejemplo en el Informe sobre desarrollo humano, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (publicado anualmente desde 1990) y en la publicación del Banco Mundial A Proposal for a Comprehensive Development Framework (Wolfensohn, 1999). En una evaluación ideal del desarrollo, el progreso se mediría por ade- lantos humanos y ambientales antes de considerar indicadores intermedios, tales como el PIB. Sin embargo, no contamos con datos de buena calidad para elaborar buenos indicadores del progreso humano y ambiental; por consiguiente, nos basamos principalmente en el PIB. Complementamos el análisis con índices del desarrollo humano y de la sostenibilidad ambiental, teniendo presentes las graves limitaciones de los datos en cuanto a algunas variables. La falta de datos congruentes sobre la incidencia de la pobreza, que sean comparables a nivel internacional y a lo largo del tiempo, nos obligaron a excluir un componente de reducción de la pobreza de nuestro índice del desarrollo humano. No obstante, en los casos en que fue posible, documentamos los progresos logrados en la mitigación de la pobreza y el im- pacto de las políticas de crecimiento y desarrollo sobre la pobreza (véanse también Dollar y Kraay, 2000; Ravallion y Chen, 1997; Banco Mundial, 2000b). En estudios futuros debería mejorarse el alcance y la base empírica de estos índices y ampliar el debate a otras dimensiones, incluso al bienestar cultural. El cuadro 1.1 presenta correlaciones entre los componentes de los tres indicadores de progreso desde 1981, a saber: desarrollo humano, crecimiento del ingreso y sostenibilidad ambiental. Se demuestra allí que el crecimiento del PIB está correlacionado · positivamente con la reducción de la pobreza, la desigualdad en los ingresos, la mortalidad infantil y el aumento en la esperanza de vida, con diferencias considerables en la fuerza, y · negativamente con la disminución de las emisiones de dióxido de carbono y positivamente con la disminución de la contaminación del agua. Otras asociaciones entre el crecimiento del PIB y cambios en los com- ponentes del desarrollo humano y la sostenibilidad ambiental no son signi- ficativas estadísticamente. Estas correlaciones preliminares sugieren que el 3 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o Un paso para lograr medidas del desarrollo que sean mejores y más amplias Cuadro 1.1. Correlación de medidas del desarrollo, 1981­1998 Crecimiento Desarrollo humano del ingreso Sostenibilidad ambiental Disminución Aumento Disminución Disminución Aumento Disminución Disminución Aumento de la de la de la de las de la de la Medida del de la de la mortalidad esperanza desigualdad Crecimiento emisiones cubierta contaminación desarrollo pobreza alfabetización infantil de vida en el ingreso del PIB de CO2 boscosa del agua Desarrollo humano Disminución de la pobreza 1,00 ­0,40 0,18 0,14 0,44 0,52 ­0,45 ­0,23 0,28 27 28 28 20 27 27 26 22 Aumento de la alfabetización 1,00 0,15 ­0,19 ­0,23 0,03 ­0,14 0,15 ­0,21 115 115 41 89 102 94 72 Disminución de la 1,00 0,54 0,28 0,20 ­0,20 ­0,12 ­0,13 mortalidad infantil 146 43 104 121 107 81 Aumento de la esperanza 1,00 0,54 0,17 ­0,16 ­0,15 ­0,05 de vida 43 104 121 107 81 Disminución de la 1,00 0,34 ­0,33 ­0,20 0,32 desigualdad en el ingreso 39 41 41 37 Crecimiento del ingreso Crecimiento del PIB 1,00 ­0,53 ­0,06 0,33 100 81 65 Sostenibilidad ambiental Disminución de las 1,00 0,27 ­0,38 emisiones de CO2 87 70 Aumento de la cubierta 1,00 ­0,14 boscosa 70 Disminución de la 1,00 contaminación del agua Nota: Los dos valores de cada casilla son el coeficiente de correlación y el número de países. Las cifras en negritas y bastardilla son significativas al nivel del 10% o más. Fuentes: World Bank (2000b); cálculos de los autores. crecimiento del PBI es un indicador fundamental, aunque parcial, del desa- rrollo como por ejemplo, cuando se asocia de manera imperfecta con ciertos aspectos del desarrollo humano, y en ocasiones, cuando se asocia con un au- mento en el deterioro ambiental. Easterly (1999a) aplicó varias técnicas a una conjunto grande de indicadores de calidad de vida, entre ellas las pruebas de relaciones causales. Encontró que menos del 10% de los 81 indicadores examinados mejoraba con el crecimiento. Una fracción similar se deterioró con el crecimiento y muchos no mostraron una asociación significativa con el crecimiento (fi- gura 1.1). Estos resultados refuerzan la justificación para ampliar las medidas del desarrollo. Es muy importante observar que las relaciones que se acaban de mencio- nar ocurren entre crecimiento del ingreso y cambios en el desarrollo humano y 4 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l Figura 1.1. Crecimiento del PIB y cambios en la calidad de vida, decenios de 1960 y 1990 Indicador de calidad de vida Ejemplos de indicadores Países industriales · Tasa de supervivencia infantil · Ingesta de calorías y proteínas Algunos indicadores mejoraron durante el crecimiento Algunos indicadores no · Matrícula en la escuela secundaria variaron con el crecimiento · Coeficiente de Gini para el ingreso Países en desarrollo Algunos indicadores se deterioraron durante el crecimiento · Dióxido de carbono per cápita · Dióxido de azufre per cápita Decenio de 1960 Decenios de 1980 y 1990 Lapso Nota: Las tendencias esquemáticas son aplicables a países con crecimiento positivo del PIB. Fuente: Easterly (1999a). en la sostenibilidad ambiental. En la mayoría de los casos las relaciones son mucho más fuertes con los niveles de ingreso y los indicadores, particular- mente en el caso de los indicadores del desarrollo humano (Dasgupta, 1993; Fedderke y Klitgaard, 1998; Kakwani, 1993; Sen, 1994; Banco Mundial, 2000b). El estudio de Easterly también observa esta discrepancia, y plantea la hipótesis de que mediante el análisis transversal de los niveles de ingreso en los países tal vez sea posible captar tendencias de largo plazo que no son discernibles en los análisis de períodos más cortos, y que el crecimiento puede conducir a mejoras en el desarrollo humano con brechas amplias y variables. Por otra parte, ciertos factores propios del país, tales como recursos naturales, ubicación e infraestructura social, pueden ser determinantes dominantes de los indicadores, tanto del ingreso como del desarrollo humano. En ese caso, las correlaciones transversales entre los indicadores de ingreso y calidad de vida tendrían que aceptarse con reservas. Evolución del desarrollo El progreso en algunas esferas del desarrollo humano, especialmente en cuanto a prolongar la vida de la gente y aumentar la alfabetización, ha sido considerable durante a los años sesenta y a todo lo largo de los años noventa, 5 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o período para el que se dispone de algunos datos. Sin embargo, muchos otros aspectos cualitativos de la vida, entre ellos un aumento constante y soste- nido del ingreso, la reducción de la pobreza, los logros relativos a la equi- dad, y la calidad ambiental, han quedado rezagados. Desarrollo humano El crecimiento económico robusto está acompañado por mejoras en las me- didas del desarrollo humano, como por ejemplo, aumento del nivel de alfa- betización y de la esperanza de vida. En la figura 1.2 se observa la asociación amplia. En general, los logros en el desarrollo humano a lo largo de los cuatro últimos decenios han sido enormes en algunos ámbitos --lo que refleja en parte las mejoras tecnológicas-- y modestos en otros. Las tasas de mortali- dad infantil y de analfabetismo en adultos bajaron drásticamente en casi to- das partes. El progreso en aumentar los ingresos y reducir la pobreza ha sido varia- ble, según indican los datos y los cálculos disponibles (figura 1.3). En el mundo en desarrollo, el índice de pobreza, definido como la proporción de gente con un ingreso de menos de US$ 1 por día basado en la paridad del Figura 1.2. Cambio en el desarrollo humano y crecimiento del ingreso, 1981­1998 Cambio en el desarrollo humano (índice) 100 80 60 40 20 0 ­4 ­2 0 2 4 6 8 10 12 Crecimiento del PIB (porcentaje por año) Nota: r = 0,22, p < 0,05, n = 89. Los datos corresponden a 89 países en desarrollo. Ajustados para el ingreso per cápita en 1981 da un modelo más fuerte con un coeficiente de correlación de 0,33. Fuentes: World Bank (2000b); cálculos de los autores. 6 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l Figura 1.3. Tasas de pobreza y número de pobres, años seleccionados Índice de recuento de la pobreza Porcentaje (de población que vive con menos de US$ 1 diario) 60 50 1987 40 1990 30 1993 1996 20 1998 10 0 África Asia Asia Europa y América Oriente Países en oriental meridional Asia central Latina Medio y desarrollo norte de África Número de pobres Millones 1.400 1.200 600 1987 1990 400 1993 1996 200 1998 0 África Asia Asia Europa y América Oriente Países en oriental meridional Asia central Latina Medio y desarrollo norte de África Nota: Basado en la paridad del poder adquisitivo de 1993. Los valores para 1998 son estimados. La pobreza se define como un ingreso de menos de US$ 1 por día. Fuente: World Bank (1999d). poder adquisitivo (PPA) de 1993, disminuyó de 28,3% en 1987 a 24% en 1998. La región del Asia oriental y el Pacífico mostró las mejoras más gran- des, particularmente China, a mediados de los años noventa. Las mejoras fueron modestas en el Oriente Medio y en las regiones del norte de África y 7 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o el sur de Asia. En el África al sur del Sahara y en América Latina y el Ca- ribe las tasas de pobreza siguieron siendo invariablemente altas; en Europa y Asia central aumentaron considerablemente. En general, la disminución de la tasa de pobreza no pudo mantenerse al mismo ritmo del crecimiento demográfico, y el número de pobres en el mundo en desarrollo, salvo en China, aumentó en aproximadamente 106 millones entre 1987 y 1998 (World Bank, 1999c). A finales del siglo XX, la incidencia de la pobreza aumentó en muchas partes del mundo. En particular, los países del Asia oriental, afectados di- rectamente por las crisis financieras de 1997 y la consiguiente desa- celeración del crecimiento, experimentaron retrocesos en la reducción de la pobreza lograda durante su período de crecimiento acelerado (World Bank, 2000e). El aumento de la pobreza es todavía mayor en las economías en transición de Europa y de Asia central donde, apenas en 1987, tanto la po- breza como la desigualdad en el ingreso eran sumamente bajas. Algunos da- tos de encuestas muestran un gran aumento en el número de pobres como consecuencia de las marcadas reducciones en la producción económica y el empeoramiento de la distribución de los ingresos (Milanovic, 1997) (figura 1.4). Figura 1.4. Incidencia de la pobreza en algunas economías en transición, 1987­1988 y 1993­1995 Porcentaje (población que vive con menos de US$ 4 por día) 70 60 50 1987­1988 40 1993­1995 30 20 10 0 Polonia Países Moldova Rusia Ucrania Asia Todas las bálticos central economías en transición Nota: La línea de pobreza de US$ 4 por día es considerablemente más alta que la utilizada en cualquier otra parte. Fuente: Milanovic (1997). 8 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l Deterioro ambiental El impacto del crecimiento económico sobre las condiciones del medio ambiente ha sido variable y es motivo de grave preocupación. En muchos casos, el crecimiento del PIB y el aumento de los ingresos se asocian con mejoras en el saneamiento y la calidad del agua, y con inversiones en tec- nologías menos contaminantes. Pero el crecimiento también se relaciona con aumentos en las emisiones de partículas y dióxido de carbono.2 Si se asigna el mismo peso a los cambios en los indicadores de calidad del agua, calidad del aire y deforestación, el crecimiento del ingreso entre 1981 y 1988 estuvo relacionado con deterioro ambiental y agotamiento de los re- cursos naturales, como se observa en la figura 1.5. Entre 1990 y 1995, la tasa de deforestación de bosques disminuyó en la mayoría de las regiones en desarrollo, pero la cobertura de bosques seguía desapareciendo rápidamente. La cobertura boscosa aumentó solamente en los países con ingresos altos y en los países en desarrollo de Europa y Asia central. No se sabe con certeza qué cantidad del mejoramiento registrado en esta última región resulte de medidas ambientales concertadas. Entre 1980 y 1995, las emisiones de dióxido de carbono, totales y per cá- pita, aumentaron en todos los grupos de ingresos y regiones. Solo el África Figura 1.5. Cambios ambientales y crecimiento del ingreso, 1981­1998 Cambio en la calidad ambiental (índice) 60 50 40 30 20 10 0 ­2 0 2 4 6 8 10 12 Crecimiento del PIB (porcentaje por año) Nota: r = 0,27, p < 0,05, n = 56. Los datos corresponden a 56 países en desarrollo. Ajustado según el ingreso per cápita en 1981 da un modelo similar y el mismo valor para el coeficiente de correlación (­0,27). Fuentes: World Bank (2000b); cálculos de los autores. 9 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o al sur del Sahara, debido probablemente al estancamiento económico gene- ralizado, no experimentó ningún aumento en la producción de dióxido de carbono. Asia oriental tuvo la tasa más acelerada de deforestación y la tasa más alta de emisiones de dióxido de carbono per cápita, lo que sugiere un conflicto entre el crecimiento y el desarrollo sostenible (World Bank, 2000b). En gran parte del mundo en desarrollo, la calidad ambiental es bastante peor de lo que muestran los indicadores. La calidad del aire empeoraba a medida que aumentaban los ingresos.3 La exposición a altos niveles de con- taminación del aire, es decir, el total de partículas en suspensión, de dióxido de sulfuro y de dióxido de nitrógeno, plantea una grave amenaza para la salud humana. En Delhi, una de las ciudades más contaminadas del mundo, el total de partículas en suspensión era más de cuatro veces superior al nivel considerado como seguro por la Organización Mundial de la Salud (OMS) (World Bank, 1999d). En la figura 1.6 se dan los niveles de partícu- las en suspensión en varias ciudades. El costo humano del deterioro ambiental es asombroso. El abasteci- miento de agua insuficiente, el saneamiento inadecuado, la contaminación La contaminación del aire es alarmantemente alta en muchas ciudades de los países en desarrollo Figura 1.6. Total de partículas en suspensión, algunas ciudades, comienzos de los años noventa París 90 Organización Mundial de la Salud, Tokio guías para las normas de calidad del aire Nueva York Nairobi Seúl Moscú Rio de Janeiro Manila Bangkok Teherán Jakarta Ciudad de México Pekín Delhi 0 100 200 300 400 500 Microgramos por metro cúbico Nota: La mayoría de los datos son para 1995. La cifra para Nueva York corresponde a 1990. Fuentes: World Bank (1997i, 2000b). 10 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l del aire dentro de los edificios, la contaminación del aire en las ciudades, la malaria, además de los productos químicos y los desechos de la agroindustria son causantes de aproximadamente una quinta parte de la carga total de en- fermedad y muerte prematura en el mundo en desarrollo, sobre la base de una medida estandarizada de los resultados de la salud --años de vida ajus- tados en función de la discapacidad o AVAD. En el caso de África, el abas- tecimiento insuficiente de agua, el saneamiento inadecuado y la contami- nación del aire interior causan 29,5% de la carga de enfermedad, cifra más alta que la atribuida a la malnutrición, que es de 26% (Lvovsky y colabora- dores, 1999). Crecimiento del ingreso, desigualdad y volatilidad Los logros a largo plazo en el crecimiento del ingreso en el mundo han sido muy desiguales. La figura 1.7 muestra las tendencias, desde 1975, de los in- gresos per cápita en las regiones en desarrollo y en los países industriales. En Asia oriental han mejorado considerablemente los niveles de vida, mientras que en el África al sur del Sahara se ha observado la tendencia opuesta. La Figura 1.7. Paridad del poder adquisitivo (PIB ajustado per cápita, 1975­1998) US$ constantes de 1995 50.000 Paises industriales 20.000 10.000 América Latina 5.000 Oriente Medio y norte de África Asia oriental Países en desarrollo 2.000 Asia meridional África al sur del Sahara 1.000 500 1975 1980 1985 1990 1995 Nota: Se excluyen Europa y Asia central por razones de disponibilidad de datos. Fuente: Datos del Banco Mundial. 11 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o gran variación en las tasas de crecimiento a nivel de las economías indivi- duales puede verse en la figura 1.8. De las 15 economías de más acelerado crecimiento, 8 se encuentran en Asia oriental. Muchos de los países de los que se encuentran en el otro extremo del espectro son los afectados por guerras civiles y otros conflictos. A juzgar por las tasas habituales de crecimiento, ponderadas por los ingresos de los países, el decenio de 1980 fue una década perdida para el Figura 1.8. Crecimiento del PIB per cápita, economías seleccionadas, 1975­1998 China Taiwán, China Corea, República de Singapur Botswana Tailandia Hong Kong, China Mauricio Chile Indonesia Malasia Egipto, Rep. Árabe de Lesotho Sri Lanka India Federación de Rusia Venezuela, RB Côte d'Ivoire Irán, Rep. Islámica de Guinea-Bissau Rep. Centroafricana Haití Níger Gabón Madagascar Zambia Sierra Leona Nicaragua Georgia Congo, Rep. Dem. del ­6 ­4 ­2 0 2 4 6 8 10 Porcentaje de cambio por año Fuentes: World Bank (2000b); cálculos de los autores. 12 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l mundo en desarrollo. El panorama luce más prometedor cuando las tasas de crecimiento se ponderan por población, porque las disminuciones entre los países de ingreso medio, especialmente en América Latina, pesan menos, y los aumentos en los países más grandes de ingreso bajo, China e India, pe- san más. En los años noventa, para los países en desarrollo, la diferencia en- tre las tasas de crecimiento agregadas ponderadas por ingreso y las pondera- das por población se hizo cada vez menor a medida que el crecimiento aumentaba en los países de ingreso medio de América Latina. Desigualdad en el ingreso. Dentro de este panorama de crecimiento ge- neral del ingreso, también cabe considerar cómo se estaba repartiendo el in- greso, mediante la observación de los cambios en la desigualdad en el ingre- so. Aquí son pertinentes varias dimensiones de la desigualdad en el ingreso, a saber: entre países, entre las familias dentro de los países, y dentro de las familias. Como indica el Banco Mundial (World Bank, 2000b), la brecha entre el ingreso promedio de los 20 países más ricos y el promedio de los 20 más pobres ha aumentado en los últimos 40 años a más de 30 veces. Los datos requeridos para calcular la distribución de los ingresos perso- nales en el mundo son considerables, y los datos disponibles tienen graves fallas. Una vez dicho esto, Dikhanov y Ward (2000) calcularon esas distri- buciones para 1988 y 1993 y encontraron que la desigualdad general de los ingresos personales en el mundo aumentó de un coeficiente de Gini de 0,63 a 0,67 (véase también Cornia, 1999). Schultz (1998) observó las tendencias en la desigualdad en el ingreso entre países. Los resultados difieren considerablemente dependiendo de si China se incluye o no en el análisis. La desigualdad en el ingreso entre paí- ses aumentó desde 1960 hasta 1968, se mantuvo alta hasta 1976, y de allí en adelante disminuyó gradualmente, para terminar siendo levemente más alta en 1989 que en 1960. Si se excluye a China, la disminución en la de- sigualdad entre los países a partir de 1976 desaparece. La extensión del análisis hasta 1994 para un conjunto de países ligeramente más pequeño confirmó estas tendencias. Utilizando datos comparables sobre los coeficientes de Gini para el in- greso, referidos a 45 países desde comienzos de los sesenta hasta comienzos de los noventa, Deininger y Squire (1996) no encontraron una tendencia general en la desigualdad dentro del país, que se mantuvo aproximada- mente igual en 29 países, aumentó en 8 y bajó en otros 8. Al hacer una comparación diferente encontramos que, entre comienzos de los ochenta y comienzos de los noventa, la desigualdad aumentó en 19 países y disminuyó en 24 (figura 1.9). Entre los países en los que aumentó la desigualdad se en- cuentran los que tienen una población numerosa como Brasil, China e 13 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o No se observa una tendencia general en la desigualdad dentro de los países Figura 1.9. Desigualdad en el ingreso dentro de los países: decenios de 1980 y 1990 Sri Lanka Bangladesh Jamaica Mauricio Corea, Rep. de Mauritania Ghana Egipto, Rep. Árabe de Turquía Guyana Tanzanía Côte d'Ivoire Perú Yugoslavia Túnez Malasia Indonesia Colombia Filipinas Costa Rica Pakistán Honduras México Jordania Marruecos Nigeria India Barbados Brasil Chile China Panamá República Dominicana Tailandia URSS/AUS Guatemala Bulgaria Venezuela, RB Hungría Polonia Zambia Rumania Uganda ­8 ­6 ­4 ­2 0 2 4 Reducción del coeficiente de Gini (porcentaje por año) AUS: Antigua Unión Soviética. Nota: La cantidad utilizada para el gráfico es la reducción en los coeficientes de Gini para el ingreso, a comienzos de los años noventa con respecto a los años ochenta, expresada como porcentaje de la reducción por año. Los valores negativos indican un aumento en la desigualdad. Fuente: Deininger y Squire (1996). 14 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l India. Ponderada para la población, la desigualdad promedio para los 43 países de la muestra aumentó en 0,52% por año en los ochenta y comienzos de los noventa.4 Volatilidad del crecimiento. Las fluctuaciones económicas parecen afectar excesivamente a los pobres, pero el impacto tiene probabilidades de ser particularmente grave en países donde las redes de seguridad social sue- len estar menos desarrolladas (Furman y Stiglitz, 1998). Las disminuciones en el crecimiento económico estaban directamente asociadas con marcados aumentos en la pobreza en Europa oriental, y más recientemente en Asia oriental. Se deduce que los efectos negativos de los descalabros económicos suelen ser duraderos. Algunos estudios sugieren que las fluctuaciones más altas en las tasas de crecimiento están asociadas con un crecimiento prome- dio más lento.5 De aquí se concluye que la volatilidad del crecimiento pare- cería tener importancia. En promedio, y de acuerdo a ciertas medidas, se calcula que la volatilidad del crecimiento bajó en los años ochenta para la mayoría de los grupos de países (excepto para los países de ingreso medio, debido principal- mente a la crisis de la deuda en América Latina), en comparación con los años setenta, cuando tuvieron lugar las conmociones relativas a los precios del petróleo. El cuadro resulta más confuso en los años noventa. Se calcula que la volatilidad bajó para América Latina, el Oriente Medio y el norte de África, y Asia meridional, pero aumentó levemente para los países indus- triales y para Asia oriental (figura 1.10). Las regiones en desarrollo de Europa y Asia central tuvieron un creci- miento especialmente más volátil que otras regiones en los noventa en comparación con los ochenta. Parece ser que los países en desarrollo experimentaron mayor vo- latilidad que los países industriales. Los autores Easterly, Islam y Stiglitz (1999) analizaron los factores determinantes del aumento de la volatilidad de los países y concluyeron que · la apertura al comercio y la volatilidad de las corrientes de capital están asociadas con una mayor volatilidad del crecimiento; · las mejoras en los indicadores del desarrollo financiero se asocian con una menor volatilidad; · los factores condicionantes que recaen sobre las políticas como re- sultado de las limitaciones institucionales y el subdesarrollo del sec- tor financiero contribuyen a las variaciones en los resultados; · la flexibilidad salarial no parece ser un factor importante. 15 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o Figura 1.10. Volatilidad de las tasas de crecimiento del PIB por decenio Porcentaje (desviación estándar de las tasas de crecimiento) 12 10 Decenio de 1960 8 Decenio de 1970 6 Decenio de 1980 Decenio de 1990 4 2 0 África Asia Asia Europa América Oriente Países oriental meridional y Latina Medio y industriales Asia central norte de África Nota: La volatilidad en un decenio se calculó tomando la desviación estándar de las tasas de crecimiento en el decenio para cada país y el promedio no ponderado de los países del grupo. Fuentes: World Bank (2000b); cálculos de los autores. Crecimiento y bienestar En el cuadro 1.2 los países en desarrollo se organizan de acuerdo a sus tasas de crecimiento del PIB per cápita, en tres grupos, a saber: a) países de creci- miento elevado, b) países que tienen tasas de crecimiento moderadas o en proceso de mejorar, y c) países de crecimiento bajo.6 Según la definición uti- lizada aquí, 13 países registraron un crecimiento acelerado, 53 tuvieron un crecimiento moderado, y en 39 de ellos el crecimiento fue bajo. También se- gún esta definición, los países de crecimiento moderado registraron los avan- ces más marcados en el crecimiento. En general, varios de los indicadores so- bre el desarrollo humano mejoraron para los tres grupos, y los progresos más significativos se registraron en los países donde el crecimiento era alto. Por otra parte, los países de crecimiento elevado tenían emisiones de dióxido de carbono per cápita más altas y en aumento. Los factores externos importan En los años noventa, la inestabilidad política y social, de origen externo o in- terno, así como las guerras siguieron entorpeciendo el progreso en numerosos países (Collier, 1999; Collier y Hoeffler, 1998) (cuadro 1.3). Los asuntos mun- 16 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l Cuadro 1.2. Resultados del desarrollo por clase de crecimiento, decenios de 1980 y 1990 (medias no ponderadas) Cambio en el indicador: Crecimiento comparación entre el decenio Crecimiento moderado o Crecimiento de 1980 y el de 1990 Unidad Período elevado mejorado bajo Pobreza Porcentaje con menos Decenio de 1990 24,1 31,4 36,9 de US$ 1 por día Decenio de 1980 31,0 32,1 30,2 Mortalidad infantil Por mil Decenio de 1990 29,2 54,3 60,7 Decenio de 1980 41,0 66,6 71,0 Analfabetismo Porcentaje Decenio de 1990 17,2 31,2 31,4 Decenio de 1980 22,9 37,6 38,8 Esperanza de vida Años Decenio de 1990 70,0 62,9 59,8 Decenio de 1980 66,8 60,6 58,4 Emisión de CO2 Toneladas per cápita Decenio de 1990 2,4 2,3 1,7 Decenio de 1980 1,5 2,3 1,8 Deforestación Porcentaje por año 1990­1995 0,83 1,05 1,11 1980­1990 1,08 0,65 1,15 Contaminación del agua Kilogramos por día Decenio de 1990 0,16 0,21 0,21 por trabajador Decenio de 1980 0,18 0,21 0,21 Crecimiento del PIB Porcentaje por año Decenio de 1990 5,3 4,2 0,3 Decenio de 1980 6,5 2,3 2,1 Número de países 13 53 39 Nota: Véase el texto para los detalles relativos a la clasificación del país. Para algunos de los países faltan algunas variables. En particular, hay datos sobre pobreza solamente para un número pequeño de países. Fuentes: World Bank (2000b); cálculos de los autores. diales y transfronterizos relacionados con crisis financieras, presiones demo- gráficas, migración de la mano de obra y deterioro ambiental siguieron influ- yendo en los resultados internos de los países. A pesar del progreso en desacelerar el crecimiento demográfico, los aumentos de la población en mu- chos países podían socavar los esfuerzos para lograr el desarrollo sostenido. El calentamiento mundial, el deterioro del medio ambiente y la pérdida de biodiversidad siguen empeorando a medida que un planeta cada vez más su- perpoblado ejerce más presión sobre los limitados recursos mundiales (Banco Mundial, 2000a y varias ediciones de Global Economic Prospects y Global Development Finance, del Banco Mundial). Durante aproximadamente un cuarto de siglo después de la segunda gue- rra mundial, se observó un período de crecimiento rápido y constante para los países tanto industriales como en desarrollo, y el entorno económico se man- 17 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o Cuadro 1.3. Los factores externos inciden en los resultados internos, ejemplos de 1997­1999 Desastres Desastres causados Crisis financieras naturales Conflictos por el hombre Región o país Asia oriental Bangladesh Albania Indonesia en crisis Rusia América Central Bosnia (incendio forestal) Brasil Congo, Rep. Dem. del Yugoslavia Rwanda Sierra Leona Impacto Aumento de la Pérdida de vidas Destrucción de Aumento de la pobreza a corto plazo humanas y de capital capital humano pobreza a largo físico y natural y social plazo Fuente: Compilación de los autores. tuvo relativamente sin grandes conmociones. El entorno económico interna- cional cambió drásticamente en 1973 con el impacto de los precios del petró- leo y el final del sistema de Bretton Woods, que consistía en tasas de cambio fijas entre los principales países industriales. En los decenios que siguieron se observaron marcados descensos en el crecimiento de la productividad de los países industriales, aumentos de la inflación y de las tasas de interés, así como ciclos de gran amplitud en los precios de los bienes primarios y en las tasas de cambio de las principales monedas. Se ha aducido que el récord de crecimiento bajo de la mayoría de los países en desarrollo (con algunas excepciones, principalmente en Asia oriental) registrado después de 1973 y hacia los años noventa se debió prin- cipalmente a la desaceleración del crecimiento en los países industrializados (Easterly, 1999b). Si bien es cierto que ese fue un factor significativo, el ré- cord de los países en desarrollo que prosperaron en este período, como los de Asia oriental, sugiere que la política interna, la gobernabilidad y las ins- tituciones también influyen en los resultados. El daño ocasionado por las conmociones y los conflictos dependerá de las instituciones existentes y de su eficacia para fortalecer la gobernabilidad, los derechos civiles, el imperio de la ley, los programas sociales y las redes de seguridad (Collier, 1999; Collier y Hoeffler, 1998; Easterly, Islam y Stiglitz, 1999; Rodrik, 1998, 1999). El entorno económico mundial experimentó otro cambio significativo en los años noventa, con lo cual se tornó más propicio para el desarrollo en 18 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l algunos respectos, pero menos en otros (véanse varias ediciones de Global Economic Prospects, publicado por el Banco Mundial). La demanda de im- portaciones por las naciones miembros de la Organización para la Coopera- ción y el Desarrollo Económico (OCDE) fue menos volátil en los años noventa que en los decenios anteriores, debido en parte a que los ciclos de América del Norte, Europa y Japón ya no estaban sincronizados, y en parte también al mayor peso que tenían en el comercio mundial los países en de- sarrollo, especialmente los de Asia oriental. Gracias a la restricción mone- taria y al progreso logrado en la consolidación fiscal, las tasas reales de inte- rés y de inflación en los principales países de la OCDE bajaron en los años noventa; por otra parte, la volatilidad en las tasas de cambio de las princi- pales monedas fue considerablemente menor en relación con el pronun- ciado ciclo del dólar de los años ochenta. De particular importancia fue la relativa estabilización en los términos de intercambio de los países en desarrollo con los países industriales, espe- cialmente en cuanto a precios de los bienes primarios no energéticos. Los países no exportadores de petróleo experimentaron un grave deterioro en sus términos de intercambio desde mediados de los años sesenta hasta co- mienzos de los noventa. Sin embargo, durante gran parte de los años no- venta, los precios de los bienes primarios no petroleros se mantuvieron fir- mes, y el descenso que ha ocurrido desde 1997 ha sido menos pronunciado que en ciclos de precios anteriores. Aunque los precios de las exportaciones son mucho más volátiles para los bienes primarios que para los productos manufacturados, los precios de los bienes primarios fueron menos volátiles en los años noventa que en los ochenta para 22 de los 30 productos prima- rios claves (World Bank, 2000a; varios números de Commodities Quarterly). El robusto crecimiento registrado en el comercio mundial superó con creces el crecimiento en la producción mundial durante 1998. El entorno del comercio internacional siguió siendo liberal en su conjunto, con un ma- yor multilateralismo, a pesar del aumento de prácticas criticables tales como el antidumping. Además, se produjo un aumento descomunal en las co- rrientes de capital privado hacia los países en desarrollo, aunque solamente hacia unos cuantos de ellos. La crisis financiera de Asia oriental reveló que si bien las oportunidades han aumentado enormemente, también lo han hecho las exigencias que se plantean a las instituciones y los costos de las equivocaciones. Para alcanzar el éxito en un entorno sumamente globalizado es necesario contar con los mecanismos adecuados para la gestión de los riesgos, y para que las políticas tengan éxito en lograr la apertura y la competitividad deben estar sustenta- das por marcos reglamentarios y jurídicos eficaces. 19 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o Las políticas internas representan una diferencia crítica Los variados resultados del desarrollo han dependido de la eficacia de la polí- tica, principalmente en las siguientes cuatro esferas: calidad y distribución de la educación y de los servicios de salud, defensa del medio ambiente, gestión de las oportunidades y de los riesgos de la globalización, y eficacia de la gober- nabilidad. Estos vínculos se analizan en los capítulos subsiguientes. Invertir en la gente Ningún país ha logrado un desarrollo sostenido sin invertir sustancial y eficientemente en la educación y la salud de su población. Por lo general, los países en desarrollo han venido gastando más recursos públicos en edu- cación, y muchas regiones ampliaron ese gasto en los años noventa (figura 1.11). El gasto público en educación ha descendido en Asia oriental, el Oriente Medio y el norte de África. Se ha comprobado que en Asia oriental está aumentando la parte del gasto privado. Los datos de todos los países so- bre el gasto en salud se conocen solamente para los años noventa, por lo tanto, se desconocen las tendencias de largo plazo. ¿Qué sucede entonces con la parte de los gastos sociales en los países que están atravesando por períodos de ajuste y de austeridad fiscal? Los aná- Figura 1.11. Gastos públicos en educación por región, años seleccionados Porcentaje del PIB (medianas) 7 6 5 1965 4 1970 1980 3 1990 2 1996 1 0 África al Asia oriental Asia Europa América Oriente Países Países sur del y el meridional y Latina Medio y en desarrollo industriales Sahara Pacífico Asia y el norte de central Caribe África Fuente: World Bank (2000b). 20 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l lisis están divididos en cuanto a este asunto. El Banco Mundial (1992) con- cluyó que esa participación sigue siendo invariable, mientras que Corbo, Fischer y Webb (1992) encontraron que la parte correspondiente a la edu- cación ha bajado. Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional (IMF, 1998) sobre países de ingreso bajo que están atravesando por períodos de ajuste determinó que la parte que corresponde a los gastos en educación y en salud, por lo general, se ha protegido. El gasto privado también es im- portante en el financiamiento de los servicios sociales, especialmente en Asia oriental, donde su aporte subió con el crecimiento económico. Pero el gasto público no siempre genera buenos resultados. Estos dependerán de la distribución y de la calidad del gasto público y de los incentivos para que haya más gasto privado. Estos aspectos se analizan en el capítulo 3. Gestión del medio ambiente Todos sabemos que las políticas gubernamentales han descuidado el medio ambiente, pero no tenemos medidas estándar para evaluar las políticas am- bientales de un país dado. Un indicador elaborado recientemente, denomi- nado ahorro genuino, mide la tasa de ahorros después de tener en cuenta las inversiones en capital humano, depreciación de los activos producidos, y agotamiento y degradación del medio ambiente (World Bank, 1999f, págs. 175­177). Esas medidas todavía son experimentales y reflejan tanto políti- cas como resultados. Hemos observado el progreso en los acuerdos logrados en materia de problemas ambientales. Sin embargo, a partir de ellos solamente logramos una idea no muy precisa del compromiso de los gobiernos por haber prepa- rado un perfil ambiental del país, formulado estrategias de conservación y biodiversidad, y participado en tratados mundiales. Estas medidas parecen estar vinculadas con los resultados del medio ambiente solamente de ma- nera muy frágil. Necesitamos mejores formas de captar las políticas de los países para lograr un desarrollo ambiental sostenido. Creación de políticas favorables al mercado Apertura y liberalización. La apertura aumentó en los países en desarrollo en los años noventa. La proporción del comercio con respecto al producto interno bruto (PIB) creció en todos los países en desarrollo. Los niveles de protección al comercio han disminuido en la mayoría de las regiones gracias a las sucesivas rondas de negociaciones comerciales multilaterales. Los aran- celes promedio bajaron en los años noventa, de forma significativa en mu- chos casos (figura 1.12). Las barreras no arancelarias también se han redu- 21 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o Las barreras comerciales se debilitan en la mayoría de las regiones Figura 1.12. Barreras comerciales, regiones seleccionadas, 1984­1993 Promedio ponderado de aranceles Incidencia de medidas no arancelarias Porcentaje Porcentaje 35 50 30 40 25 20 30 15 20 10 10 5 0 0 Asia oriental América África al sur Asia oriental América África al sur Latina del Sahara Latina del Sahara 1984­1987 1988­1990 1991­1993 1984­1987 1988­1990 1991­1993 Fuente: Rodrik (1999). cido de manera considerable en la mayoría de las regiones, con excepción del África al sur del Sahara (Rodrik, 1999; UNCTAD, 1994). La apertura al capital también aumentó espectacularmente en algunas regiones. Un índice de los controles financieros muestra un marcado des- censo en los años noventa luego de un marcado aumento en el decenio anterior (capítulo 5). La liberalización también se ha instaurado en los mer- cados internos, ya que los gobiernos se han mostrado más dispuestos a con- fiar en los mercados y a aumentar los incentivos para la iniciativa privada por medio de la privatización de industrias; además, han eliminado otras restricciones sobre la comercialización y la distribución. Muchos países exportadores de bienes primarios de África están liberalizando las juntas de control, lo que permite que una porción mayor de los precios de los bienes primarios internacionales pase a manos de los productores (Akiyama, 1995). Estabilidad macroeconómica. Dos elementos que se usan a menudo para reflejar la gestión económica son las primas de las tasas de cambio del mercado paralelo y los déficits gubernamentales. La figura 1.13 muestra que 22 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l Figura 1.13. Prima del mercado paralelo, decenios de 1970, 1980 y 1990 Medianas (porcentaje) 50 40 Decenio de 1970 30 Decenio de 1980 Decenio de 1990 20 10 0 África al Asia Asia Europa América Oriente Países sur del oriental meridional y Latina Medio y en Sahara y el Asia y el norte de desarrollo Pacífico central Caribe África Nota: Los valores para el gráfico son (tasa del mercado paralelo/tasa oficial ­ 1) expresados en porcentaje, para una unidad de moneda extranjera en términos de unidades de moneda local. Fuentes: Easterly y Yu (2000); World Bank (2000b). las primas del mercado paralelo bajaron drásticamente en los años noventa en la mayoría de los países. Después de marcados aumentos en los años ochenta, los déficits gubernamentales bajaron en la mayoría de las regiones excepto en Europa y Asia central. En parte como resultado de esto, la infla- ción bajó en la mayoría de los países en desarrollo. Resultados del crecimiento y desempeño de las políticas. El cuadro 1.4 muestra perfiles de políticas para tres clases de crecimiento, correspondien- tes a los decenios de 1980 y 1990. Si bien los perfiles no pretenden deter- minar la dirección del vínculo entre política y resultados, los modelos y las tendencias son dignos de mención. Gran parte de los trabajos anterio- res han mostrado el impacto de la política sobre el crecimiento (puede solicitarse al Banco Mundial un resumen de la revisión bibliográfica en la materia). Aunque algunas políticas favorables al mercado siguen siendo dis- cutibles, muchos países en desarrollo hicieron grandes esfuerzos para adop- tarlas en los años noventa. Los déficits presupuestarios promedio fueron más bajos para todos los grupos en los años noventa, siendo muy marcados para los grupos de crecimiento alto y moderado. Los tres grupos tenían aranceles significativamente más bajos y una proporción más alta entre comercio y PIB en los años noventa con respecto a los años ochenta. Los tres grupos 23 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o Cuadro 1.4. Desempeño de las políticas, por clase de crecimiento, decenios de 1980 y 1990 (medias no ponderadas) Cambio en indicador: Crecimiento comparación entre Crecimiento moderado Crecimiento decenios de 1980 y 1990 Unidad Período elevado o mejorado bajo Excedente presupuestario Porcentaje del PIB 1990s ­1,8 ­1,4 ­3,4 1980s ­4,2 ­2,9 ­4,7 Tasa arancelaria real Porcentaje Decenio de 1990 22,7 25,4 18,3 Decenio de 1980 29,1 31,9 22,7 Comercio/PIB Porcentaje Decenio de 1990 92,1 77,0 70,2 Decenio de 1980 82,0 71,0 59,9 Apertura a cuentas Índice 1996 2,4 3,0 3,1 de capital 1988 1,7 1,9 1,7 Represión financiera Índice 1996 3,6 3,2 4,0 1973 5,9 6,8 4,5 M2/PIB Porcentaje Decenio de 1990 55,4 36,9 28,6 Decenio de 1980 42,8 34,6 28,4 Reservas internacionales Meses de Decenio de 1990 4,2 3,9 2,9 importaciones Decenio de 1980 3,1 2,8 2,4 Imperio de la ley Índice 1997­1998 0,2 ­0,2 ­0,7 Control de la corrupción Índice 1997­1998 ­0,1 ­0,2 ­0,6 Gasto en educación Porcentaje Decenio de 1990 3,7 4,4 4,3 del PNB Decenio de 1980 3,6 4,2 4,4 Acción ambiental 0-1 Índice Internacional 0,89 0,95 0,88 0-1 Índice Nacional 0,89 0,86 0,65 Número de países 13 53 39 Nota: Véase el texto para los detalles sobre la clasificación de país. Faltan algunas variables de algunos de los países. En particular, las siguientes variables se conocen solo para un número pequeño de países: tasa arancelaria real y represión financiera. Las variables se describen en el anexo 1. Fuentes: World Bank (2000b); cálculos de los autores. estaban más abiertos a las transacciones de cuentas de capital en los años noventa, pero el grupo de crecimiento elevado era más cauteloso. Los sis- temas financieros internos también estuvieron, por lo general, menos repri- midos en los años noventa con respecto a los setenta pero, una vez más, el grupo de crecimiento elevado era más cauteloso en este sentido con respecto al grupo de crecimiento moderado. Los países que crecían rápido tenían 24 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l una profundidad financiera mayor, medida por la razón M2 a PIB, y polí- ticas macroeconómicas más prudentes, que se observan en parte en el au- mento de las reservas. Además, ocupaban un lugar mejor en cuanto a la me- dición de la gobernabilidad. Hay un gran caudal de bibliografía empírica acerca de algunos de estos vínculos entre políticas y resultados. Aspectos críticos para la acción El mundo en desarrollo siguió avanzando en los años noventa. El progreso en la política fue considerable: se redujeron los déficits fiscales, se invirtió más en educación, se redujeron las barreras al comercio y a las inversiones, y se eliminaron los controles de precios internos en la agricultura y la indus- tria. Los datos fueron más confusos en lo atinente a resultados del desarro- llo. Pero, tanto los datos para los años noventa como para más largo plazo, confirma que estas medidas van acompañadas de un crecimiento econó- mico mejorado. También corrobora el vínculo entre crecimiento econó- mico y reducción de la pobreza. Por ende, en conjunto, el mundo en desa- rrollo se recuperó de los retrocesos de los años ochenta, pero tanto la profundidad como la amplitud de la recuperación dejó mucho que desear. Los datos también sugieren que las medidas tomadas por los gobiernos y otras entidades, para influir en la calidad y la sostenibilidad del crecimiento no han sido suficientes. Los sucesos en Asia oriental, en Europa y en Asia central, así como en otros sitios, ponen de relieve la fragilidad de los logros en materia de reducción de la pobreza y alcance del desarrollo sostenido. El número de personas pobres sigue aumentando, y hoy en día, se calcula que 1.200 millones viven en absoluta pobreza, es decir con menos de US$ 1 dia- rios. La incidencia de la pobreza es sumamente sensible a los cambios en la distribución del ingreso y al crecimiento de la población. Por lo tanto, las políticas que influyen en un crecimiento amplio y equitativo, así como en el crecimiento de la población merecen una atención considerable. Las relaciones entre las metas del desarrollo y los instrumentos de políti- cas se han estudiado con gran detalle en la bibliografía sobre el desarrollo. El anexo al capítulo 1 incluye un conjunto de coeficientes de correlación para metas y políticas con miras a suministrar los datos básicos. Como co- rrelaciones propiamente dichas, no dicen nada acerca de la dirección de la causalidad ni de los mecanismos. No obstante, vale la pena investigar más a fondo utilizando como hipótesis las combinaciones que muestran ser signifi- cativas. Igualmente importantes son las combinaciones posibles que no son significativas con el signo previsto. Muchas de las relaciones hipotéticas se mencionan en los capítulos 3 a 6, y en el capítulo 2, que elabora un marco de referencia básico. 25 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o A continuación enmarcamos las relaciones en la forma de preguntas que motivan este estudio: · ¿Son suficientes las mejoras observadas en el capital humano para sostener el crecimiento en países que registraron un acelerado creci- miento en los años noventa? · ¿Es suficiente el aumento del capital humano en los países de creci- miento lento para impulsar un crecimiento más acelerado y mejor en el futuro cercano? · ¿Reducirá el deterioro del capital natural el potencial para el creci- miento futuro, especialmente entre los países pobres? · ¿Se está convirtiendo la degradación del capital natural en un obs- táculo grave para el mejoramiento del bienestar de la población? · ¿Podrá manejarse el riesgo de la globalización financiera de tal ma- nera que disminuya la volatilidad del crecimiento y mejore su sostenibilidad? · ¿Cuán importante es la manera de gobernar para los procesos de cre- cimiento y sus resultados, y cómo puede avanzarse en el control de la corrupción? Los capítulos que siguen presentan puntos de vista sobre estas preguntas y, algunas veces, respuestas. El resto de esta publicación está organizado de la manera siguiente. En el capítulo 2 se plantea un marco analítico para interpretar la experiencia de desarrollo esbozada en este capítulo y extrae lecciones sobre la importan- cia de un crecimiento no distorsionado de los activos humanos, naturales y físicos, y el significado del bienestar en los modelos alternos de crecimiento (véase también el recuadro que figura en el Panorama general). En el capí- tulo 3 se analiza cómo las inversiones en la gente --en cantidad, calidad y distribución-- pueden aumentar el bienestar directamente y también hacer que el proceso de crecimiento sea más sostenible. En el capítulo 4 se hace lo mismo para los recursos ambientales y naturales, donde es evidente la con- traposición entre crecimiento y bienestar y donde las concesiones son mu- cho más difíciles. En el capítulo 5 se analiza una vez más la cuestión de la volatilidad del crecimiento y de los riesgos financieros, y se consideran los aspectos de calidad de las reformas que harían que los procesos de creci- miento fuesen más sostenibles en el entorno globalizado de hoy en día. Los tres aspectos --humanos, naturales y financieros-- dependen de la calidad de la gobernabilidad en general, que es fundamental para la calidad y la sostenibilidad del proceso de crecimiento. Las instituciones formales e in- formales de la gobernabilidad se abordan en el capítulo 6 destacándose es- 26 u n a t r a y e c t o r i a d e c r e c i m i e n t o d e s i g u a l pecialmente la lucha contra la corrupción. En el capítulo 7 se considera un programa para la acción. ¿Por qué no se ha logrado adoptar políticas que hayan demostrado ser acertadas? El hecho de que los planificadores no entiendan estas políticas tal vez no sea la razón principal. Lo más probable es que se deba a la dificul- tad de llevar a la práctica políticas acertadas. Los grupos de interés limitan la gama de reformas posibles y contribuyen a provocar un desfase entre el diseño de las políticas y su puesta en práctica. Determinar cuál es la mejor forma de contrarrestar estas fuerzas por medio de una mayor participación y una mayor identificación por parte del gobierno es un tema importante no totalmente estudiado en el informe (excepto por una breve discusión de as- pectos escogidos que se presenta en el capítulo 6). Otro tema fundamental son las circunstancias especiales a las que deben hacer frente las antiguas economías centralizadas cuando se esfuerzan para hacer la transición hacia las economías de mercado. Estas economías se in- cluyen en los análisis cuando los datos así lo permiten, y en algunos capítu- los se utilizan ejemplos y casos tomados de su experiencia, especialmente en el que se refiere a la gobernabilidad y la anticorrupción (capítulo 6). No obstante, una discusión a fondo de los aspectos atinentes a las economías en transición está fuera del alcance de este volumen.7 Notas 1. Muchos estudios han abordado la perspectiva multidimensional de los objetivos del desarrollo (Dasgupta, 1993; Hicks y Streeten, 1979; Lewis, 1955; Nordhaus y Tobin, 1972; Sengupta y Fox, 1969; Tinbergen y Theil en Hughes-Hallet, 1989). Algunos estudios utilizaron análisis de múltiples variables de un gran nú- mero de variables económicas, sociales y políticas (Adelman y Taft-Morris, 1967; Baster, 1972; Morris, 1979; UNRISD, 1970). Algunos construyeron índi- ces de calidad de vida o de desarrollo humano (Dasgupta, 1990a; Diewert, 1986; Drewnowski y Scott, 1966; Griliches, 1971; McGranahan, 1972; Ram, 1982a,b; Slottje, 1991). Los marcos de referencia en algunos de estos trabajos se mencio- nan en el capítulo 2. 2. Las emisiones de dióxido de carbono no tienen un impacto directo sobre la sa- lud local, pero son importantes en el contexto de las emisiones que provocan el efecto invernadero y los problemas asociados de cambio del clima mundial. Además, por lo general, las emisiones de dióxido de carbono están asociadas con emisiones de otros contaminantes que tienen un impacto sobre la salud lo- cal, pero cuyos datos no son tan fáciles de conseguir. 3. Las medidas de la calidad del aire correspondientes a muchas ciudades se co- nocieron solamente a mediados de los noventa. Una relación en forma de U in- vertida entre la contaminación y el ingreso per cápita, la curva ambiental de 27 L a c a l i d a d d e l c r e c i m i e n t o Kuznets, se ha calculado para varios tipos de contaminantes (Grossman y Krueger, 1995). Sin embargo, esto no le resta validez a la necesidad de la inter- vención ambiental, debido a que los puntos decisivos del ingreso per cápita para mejorar los indicadores ambientales suelen ser muy altos. Este tema se aborda en el capítulo 4. 4. Los datos sobre la distribución del ingreso son escasos para los años más recien- tes. Un estudio del Banco Mundial, relativo a 29 países, calculaba que cinco países experimentaron un descenso en la desigualdad, mientras que aproximada- mente cinco veces el mismo número de países (24) registró un aumento de ella (Buckley, 1999). 5. Por ejemplo, una regresión de las tasas promedio del crecimiento del PIB para 112 países, comparada con la volatilidad de las tasas de crecimiento del PIB me- didas por la desviación estándar de las tasas de crecimiento, dio un coeficiente significativamente negativo (véase también Ramey y Ramey, 1995). 6. Los países de crecimiento elevado, tal como se definen aquí, son aquellos cuyo crecimiento del ingreso per cápita superó el 2,3% anual en los años ochenta y noventa, tasa que duplica los ingresos en 30 años. El segundo grupo --de creci- miento moderado o mejorado-- comprende países que mantuvieron un creci- miento positivo del ingreso per cápita en ambos decenios, o un crecimiento me- jorado en los años noventa de por lo menos 2 puntos porcentuales. El resto se clasifica como países de crecimiento bajo. 7. Véase Banco Mundial (1996) que describe en detalle los aspectos de la transi- ción. Véanse también ponencias recientes de Åslund (1999); Commander, Dutz y Stern (1999); Kornai (2000); Qian (1999); Stiglitz (1999), y Wyplosz (1999). 28